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Libro reconstruye en detalle la desastrosa batalla de Rancagua

"Hemos sellado ya el pacto de una eterna conciliación", era el encabezado de una proclama firmada por José Miguel Carrera y Bernardo O'Higgins que a comienzos de septiembre de 1814 pretendía aquietar al bando patriota ante la inminente arremetida de las tropas realistas, que buscaban desde el sur reinstaurar el antiguo régimen.

"Conciudadanos: compañeros de armas, abrazaos y venid con nosotros a vengar la patria y afianzar su seguridad, su libertad, su prosperidad con el sublime triunfo de la unión", decía el texto escrito con un tono unificador, insuficiente para detener los efectos de la rivalidad entre ambos próceres que, a la larga, modificó el proceso emancipador.

En ese periodo convulsionado e inestable se centra La derrota de Rancagua. La lucha por el poder entre Carrera y O'Higgins que desencadenó una tragedia , libro de Enrique Inda que acaba de publicar el sello Planeta y que se sumerge en el contexto social y político que envolvió a la batalla que selló el fin de la Patria Vieja.

Luego de la Primera Junta de Gobierno, convocada el 18 de septiembre de 1810, vinieron años en que una y otra vez se reordenó el naipe del poder en la naciente república, lo que hizo surgir caudillismos con métodos diferentes para el mismo problema de la reafirmación emancipadora. En esa pugna emergieron las figuras de los dos próceres que protagonizan el libro de Inda, quien para armarlo se documentó con archivos oficiales, investigaciones militares y literatura histórica.

El periodo de incertidumbre tuvo otro elemento relevante: la pretensión del virrey del Perú, Fernando de Abascal, de recuperar el control de Chile y aprovechar la debilidad interna por desavenencias irreconciliables en los bandos locales. La medida más efectiva fue enviar al sur a Mariano Osorio, reputado militar que desde Chillán comenzó a pujar hacia el norte con el objetivo de asentarse en Santiago.

O'Higgins se parapetó en Rancagua asumiendo que se trataba del último obstáculo antes de la capital. La tropa sitiada en el centro de la aldea junto al Cachapoal soportó los días 1 y 2 de octubre de 1814 el asedio de Mariano Osorio, con la esperanza estéril de que llegaran los refuerzos prometidos.

De mil hombres, solo quinientos aguantaron hasta que la oficialidad ordenó romper el cerco y tratar de huir. El autor calcula en trescientos los sobrevivientes: "Cadáveres y moribundos yacían esparcidos en la otrora apacible villa de Rancagua. Por todas partes había armas, muebles y objetos destrozados. El llanto, oraciones y quejidos invadían el espacio enrarecido por el humo y el hedor a muerte. Todo estaba manchado con sangre".

-Este episodio es conocido como "desastre de Rancagua". Usted lo llama derrota.
-Creo que la palabra derrota es más explícita porque no solo se refiere al resultado del combate propiamente tal, sino sobre todo al caos político, social y militar previo, situación que solo podía augurar una futura derrota, independientemente de si hubiera sucedido lo de Rancagua. Cuesta más asumir la palabra derrota que decir que se combatió en una batalla o se sucumbió en un desastre.

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