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Leonardo Soto

"Quería ser como mi padre -Leonardo Soto, percusionista y fundador de la Sonora Tommy Rey-, pero él me hizo estudiar. Cuando era pequeño, veía cómo luchaban para sacar adelante la sonora; él quería que me educara como músico clásico y me mandó al Conservatorio de la Universidad de Chile a los 7 años", recuerda Leonardo Soto hijo.

Leonardo Soto padre -especialista en timbales- le tenía prohibido tocar la batería. "Hasta que se dio cuenta de que estaba bien encaminado en la Escuela de Música de la Universidad de Chile; formé un grupo de rock, tocamos en el programa 'Extra Jóvenes'", recuerda este licenciado musical con mención en percusión, quien viajó a Estados Unidos en 1997 tras ganar una beca de la Fundación Andes para continuar sus estudios.

Hoy, con 46 años, ha desarrollado una destacada trayectoria musical como percusionista clásico en Estados Unidos, específicamente con el timbal (o "timpani" en inglés). "Quería tocarlo porque el sonido es majestuoso, puede ser el instrumento que toca más suave o fuerte en la orquesta. No se usan solo las manos, sino también los pies: hay pedales abajo que uno debe mover para ir tocando las notas que están escritas; requiere de mucha destreza para estar afinado".

Instrumento principal

Desde 2018 Leonardo Soto es el timbalero principal -o "timpanista", cómo él dice- en la Sinfónica de Houston, que está dentro de las 10 más relevantes de ese país. Fue el primer hispano nativo en alcanzar dicha posición en EE.UU..

Su primer trabajo había sido en la Orquesta de Detroit, entre 2003 y 2009; luego llegó a la sinfónica de Charlotte y hoy también dicta clases de su especialidad.

"La meta era demasiado alta, pero hay que esforzarse para llegar adonde uno quiere. En Chile no tenía esa opción porque sólo hay dos sinfónicas, en mi generación había muy buenos percusionistas y sabíamos que no iba a haber cabida para todos: si quería crecer, tendría que ser en otro lugar", cuenta desde Estados Unidos.

Un problema en la carrera del timbalero, cuenta, es que debe audicionar entre muchos postulantes para lograr el único cupo disponible en cada orquesta: "La competencia es muy grande; en una audición hay 200 0 250 candidatos. Sólo hay un timbal en las sinfónicas, a diferencia de los violines que pueden ser 30 o 40".

-¿Se puede vivir de la música?
-Este es mi empleo. La sinfónica tiene un salario base: el último violín gana ese sueldo básico, que está en 100.000 dólares al año. Cada instrumento principal -como el mío o el oboe- negocia un porcentaje por encima de ese sueldo, que en mi caso está casi en 50% adicional. Se puede vivir muy tranquilo, aparte de que tengo seguro de salud, seguro para mis instrumentos y el aporte para la jubilación.

-¿Qué metas tiene a futuro?
-Siempre se puede seguir creciendo. Como el timpanista es uno en la orquesta hay que esperar que alguien se retire o se muera para llegar a ese puesto. Ahora estoy en una sinfónica top IO, me gustaría llegar a una de las top 5. Tengo dos coaches, que son timpanistas que me escuchan y me dan sus opiniones. Voy chequeando con ellos si estoy haciendo las cosas bien porque es fácil quedarse estancado y retroceder.

-¿Ha podido tocar alguna melodía de la Sonora Tommy Rey?
-Nunca lo he intentado. Ahí hay un desafío.

-¿Qué es lo que más le gusta tocar?
-En la Sinfónica se cambia el repertorio semana por semana, por lo que siempre me gusta decir que lo que está al frente mío es mi pieza favorita.

"Se ha quemado las pestañas"

"Me emociona mucho lo que está haciendo Leo, es el mejor regalo que un alumno llegue tan lejos", valora Miguel Zárate, profesor de la cátedra de percusión de la carrera de Interpretación Musical de la Universidad de Chile y uno de los mentores de Soto.

"Toqué 24 años en la Orquesta Filarmónica de Chile y Leo iba a todos los ensayos, todos los días a escuchar. Yo le hacía clases en la universidad y clases particulares, pero él fue de esos alumnos que tuvo una meta y trabajó para eso. Estuvo 10 años audicionando hasta que lo logró y ahora es un referente para los alumnos chilenos de percusión porque se ha quemado las pestañas".

Antiguamente, sólo la U. de Chile y la U. Católica dictaban la carrera de Interpretación Musical, que hoy se ha ampliado a planteles como la U. Mayor, U. Alberto Hurtado o U. Católica de Valparaíso, donde dura de 9 a 10 semestres.

Zárate aclara que si bien se puede postular tras salir de 40 medio, "si no se tiene conocimiento, es mejor empezar antes; yo entré a la facultad cuando tenía 12 años". De hecho, varias casas de estudio tienen programas de preformación para empezar a formar a los músicos desde niños.

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