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chileno Felipe Garrido

Antes de salir de Chile para integrarse a un nuevo empleo en Montreal, Felipe Garrido les prometió a todos sus familiares y amigos que se las habían arreglado para compartir con él durante el periodo previo a su partida que, a modo de agradecimiento, apenas pudiera subiría a Instagram una foto que registrara esos momentos con cada uno de ellos. Cuando llegó la hora de cumplir su promesa, Garrido cayó en la cuenta de que le habían hecho 27 despedidas en poco más de un mes, el tiempo que tuvo para desarmar su vida en Santiago.

Eso ocurrió hace un año y el artista digital sigue en Montreal, hasta donde viajó luego de ser contratado por MPC Film para ser parte del equipo del recién estrenado remake de "Pinocho", que dirigió Robert Zemeckis. "Mi sueño siempre fue trabajar en una película de Disney. Crecí con esas historias, con esa magia, que fueron mi inspiración para hacer lo que hago", dice.

Nacido en 1987, diseñador gráfico y animador de personajes 3D, Garrido ha decidido a esta altura cambiar su apellido paterno (Cárcamo) por el de su madre (y así firma sus creaciones), porque, cuenta, ella lo crió sola y es gracias a su apoyo —y a su propia perseverancia- que ahora puede contar que consiguió lo que buscaba.

"Todo lo que me está pasando es resultado de esas experiencias. Cuando mi mamá quedó embarazada, mi papá se mandó a cambiar, lo típico, y ella decidió ponerme su apellido porque sintió que era lo correcto, pero no es parte de mí. Lo conocí a los 15 años, cuando él tenía otros cuatro hijos. No le debo nada", comenta el artista, que costeó su carrera de diseño gráfico con el sueldo que ganaba como junior y estudió animación en un programa online impartido por una institución española. Una relación amorosa con una joven de esa nacionalidad lo llevó a terminar esa carrera en Madrid, donde vivió dos años y medio.

Con una experiencia profesional que incluye T VN y el Teatro del Lago, y proyectos como la serie "Tainá y los guardianes del Amazonas", Felipe Garrido se desempeñaba en una empresa de animación publicitaria cuando vio en Linkedin un anuncio donde buscaban animadores para "Pinocho". Tras una breve entrevista, la primera de su vida en inglés, quedó seleccionado y en corto tiempo se vio instalado en otro país.

"Me vine sin saber mucho de Canadá y aquí me quiero quedar", cuenta desde Montreal, donde ahora es parte de otra compañía y aplica sus conocimientos en una nueva película (ver recuadro).

-¿En qué consistió su participación en "Pinocho"?
-Los animadores les damos vida a los personajes. Antes de hacerlo debo saber sus historias, de dónde vienen, sentirme y actuar como ellos a medida que escucho el audio con sus voces. Luego hago propuestas de movimientos y quienes están a cargo eligen una. Entonces ubico al personaje en mi software de animación como si fuera una marioneta y Io hago actuar como hice yo.

-¿Hay alguno que haya sido especialmente significativo?
-Podemos trabajar con todos los personajes y uno se mete en cada uno. El que más disfruté, porque reúne muchas cosas que me gustan, fue Sabina, que aparece en un plano muy cortito. Es una niña que canta una canción latina y habla de un montón de tipos de baile: tango, merengue, salsa, samba, y le estira la mano a Pinocho para que baile con ella. Yo bailo algunos de esos ritmos y cuando escuché los beats de la canción dije: "Aquí deberían ir pasos de salsa". Hice 3 0 4 propuestas, se las mandé al supervisor y me llegaron de vuelta un montón de mensajes suyos y de otros supervisores: "Esto es lo que queríamos, nos gustaron todas, elige tú". Se la enviaron a Zemeckis y, según me dijeron, se mató de la risa, le encantó, lo disfrutó mucho. Recibí muchas felicitaciones por ese plano.

-Si su verdadera vocación estaba en la animación, ¿por qué no partió por esa carrera?
-Fue una evolución. Si bien desde siempre me gustó la animación, no sabía que podía hacer eso, que existía la posibilidad de animar. Crecí dibujando y siempre le rayaba los papeles de la oficina a mi mamá. Pero me habían transmitido la idea de que iba a terminar en la Plaza de Armas para ganarme unos pesos. Entonces estudié diseño gráfico. Mi primer trabajo fue en TVN, donde empecé a explorar el mundo del 3D. Ahí me picó el bichito de la animación, de animar personajes.

-Dice que su inspiración estuvo en las películas Disney, que ha construido un mundo idealizado y estereotipado.
-Yo lo veo como dar una visión positiva de las cosas incluso cuando hay algo negativo. Al comunicarse con niños, son importantes las palabras que usamos frente a escenarios negativos. Si uso la palabra problema, eso provoca un rechazo y miedo, pero si digo "hay una situación que resolver, tenemos una misión", todo cambia.

-Pero eso también significa no decir las cosas por su nombre.
-Claro, pero la vibración de la palabra problema genera algo negativo y podemos abordar las cosas con una energía positiva, con una predisposición diferente. Quiero dedicarme a proyectos para niños con ese enfoque valórico.

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