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Sin rejas y con vecinos amistosos

En 2006, la norteamericana Jane Morgan trajo un primer pequeño embarque de vibradores desde Alemania pensado para sus amigas más cercanas. Pero tal fue el éxito de los juguetes sexuales, que ese mismo año abrió un sexshop en Providencia. De hecho, contra todo pronóstico abrió una nueva sucursal en plena pandemia ubicada en Vitacura.

Ella llegó a Chile por primera vez en 1999, y en 2001 volvió a hacer un intercambio estudiantil por unos meses en la Universidad Católica y no se fue más. Se estableció de forma permanente en el país, conoció el amor, se casó y tuvo a su primer hijo. En mayo del pasado año, decidió mudarse a un condominio en la comuna de La Reina porque le "encantó el sentido de comunidad" y según dice, la transporta a su "infancia en St. Louis" en el Estado de Missouri, Estados Unidos.

-¿Por qué decidió cambiarse?
-Antes vivíamos en Las Condes y allá las casas tenían rejas, a diferencia de lo que pasa aquí. Mi hijo tiene cinco años y me gusta muchísimo que este condominio sea un espacio cerrado en el que él puede salir de la casa sin tanta preocupación. Llega con su triciclo y no lo tiene que esconder ni nada, lo deja en la puerta y eso es súper rico porque al final es tener un relajo, allá no se podían dejar las bicis afuera.

-¿Cómo se asemeja a la vida que tenía en Missouri?
-Me recuerda a mi infancia y a mi juventud, porque en Estados Unidos no se ocupan rejas como aquí, el vecino podía caminar y tocar mi puerta directamente, y dentro del condominio pasa igual, los hijos de los vecinos vienen y tocan la puerta o entran directamente. Me encanta ese sentido de no estar solos y que podamos sentirnos seguros.

-¿No le preocupa que alguien vaya a entrar a robar?
-No, aquí todo es muy seguro. Son 17 casas pareadas y cada una tiene su propio patio. En la entrada principal hay un cuidador, los vecinos siempre están alerta y la seguridad ciudadana pasa constantemente. Es un lugar donde hay muchos condominios y es una comuna muy tranquila. No estamos pensando constantemente que si dejamos la bicicleta me la van a robar, para nada. Tenemos un grupo de WhatsApp y es realmente como uno piensa de los buenos vecinos: pedimos una taza de azúcar, una bolsita de té, quién tiene esto o lo otro, y se cuidan mucho, que es lo que me encanta.

-¿Cómo surgió esta buena onda con los vecinos?
-El condominio está pensado más que nada en comunidades, ya que tenemos muchos espacios en común como un parque con juegos para los niños o una casa en el árbol que está al lado de la piscina, que se ha convertido en un punto de encuentro para nosotros y nos hemos conocido mucho alrededor de ella. Es como la típica parcela con una parra preciosa que te invita a compartir. Además, varias personas de la comunidad han ido al mismo colegio en el que va mi hijo y por eso los niños se conocen entre ellos.

-¿Y los vecinos la reconocen como Japi Jane?
-Sí, ahí se hace mucha vida social y siempre sale el tema de las relaciones de pareja. Yo llegué en mayo, pero de a poco se han ido soltando y ya varios tienen mis productos. Todos saben de Japi Jane y les encanta, se echa mucho la talla sobre el sexo, los juguetes, y si vamos a tener un asado, se habla del asado vibrante, siempre con la broma que es muy típica chilena.

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