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Influencer se cambió a una casa sin terminar

En poco más de un año, Karen Frías convirtió su cuenta de Instagram en un negocio redondo. La influencer, que muestra su día a día con poco filtro, tiene un montón de auspicios de pymes, que le permitieron comprar un terreno en Paine para construir una casa a la que pretendía mudarse a principios del 2022.

¿Buen negocio? Claro. Karen cobra $40.000 por story y no sube menos de diez al día. Pero esa fama digital también generó mala onda entre sus vecinos de La Pintana. Tanta, que decidió irse en mayo.

"Hay mucha gente que me quiere, pero otra que me tiene mala. Me mandaban mensajes de cuentas de Instagram falsas diciendo que me creía el hoyo del queque", relata. Además, cuenta que se sentía insegura por vivir en medio de dos bandas delictuales rivales. Como su casa en Paine estaba lejos de estar lista, se fue con su familia a otra en arriendo en la comuna, pero a los tres meses se la pidieron. Y bien rápido: debían irse en tres semanas.

"Nosotros teníamos pensado quedarnos hasta octubre", añade.

Entonces, vino el dilema.

"No quería volver a La Pintana, a pesar de que tengo una casa súper linda allí y mis papás viven a la vuelta. Lo sentía como un retroceso, me gusta ir avanzado en la vida", apunta.

La casa a medio construir en Paine era la mejor opción. Su pareja y padre de tres de sus hijos, Julio Gutiérrez, la trató de disuadir: a la casa le faltaba piso, no tenía ni ventanas ni cocina y solo un baño estaba funcionando. Pero Karen se impuso.

Se llevaron solo las camas y la ropa.

"Nos vinimos con la pura fe", afirma.

La primera noche les tocó helada. "Fue como dormir al aire libre, me sentía como si estuviera durmiendo en el patio. Imagínate la corriente de aire, era como si estuviera durmiendo en un hielo", recuerda.

Al día siguiente le pusieron vulcanita a las ventanas. "No puedo decir que tengo todas las comodidades que he tenido en mis otras casas, pero hemos ido avanzando", asegura.

La casa, que se empezó a construir hace cuatro meses, es de 300 metros cuadrados. Ya está puesto el porcelanato en el living, los ventanales y en las piezas el piso flotante. "Aunque le falta bastante, ya se puede vivir aquí tranquilamente", añade Karen, quien en su cuenta de Instagram @karencita_frias_linda tiene casi 120.000 seguidores.

-¿Fue muy difícil estar viviendo con los maestros ahí mismo?
-Estuvimos con maestros tres semanas, pero ya no. Fue incómodo porque no teníamos ni ventanas ni puertas, entonces para ir al baño le tenía que decir a Julio que les pidiera que se corrieran.

-Además, con tres niños chicos.

-Lo más difícil fue que tengo un hijo pequeño, que va a cumplir tres años, y lo tuve que dejar con un hermano, porque es demasiado hiperactivo y estaba lleno de maestros con sierras y cosas peligrosas. En las noches me daba mucha pena. También echo de menos a mi mamá, que antes vivía a la vuelta. Todo cuesta, uno se acostumbra, pero cuesta, aunque es impagable la tranquilidad.

-¿Cómo lo hacía con el frío cuando no tenía ventanas?
-Nosotros tenemos una empresa de aire acondicionado y antes de venirnos, pusimos un equipo en nuestra pieza, pero era tanto el frío que no funcionaba. Al día siguiente, cerramos con vulcanita y dormimos con cuatro o cinco cubrecamas.

-¿Comían puro delivery?
-Es que donde vivo no hay almacenes, no es como que sales caminando y te encuentras uno. Es súper complicado. Además, yo salgo a trabajar en publicidad y Julio se queda sin vehículo.

-Parece que le gusta la aventura.
-Me gustan los desafíos, cada vez que me propongo algo, lo logro. Dije que iba a ser peluquera, que me iba a graduar de estilista, que iba a tener un salón y todo lo hice. Con la ayuda de Dios, logro lo que quiero. Nunca dejo nada a medias.

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