Cindy Nahuelcoy cumplió 33 años este domingo y lo hizo en lo que más le gusta: levantando la banderola como jueza asistente del partido entre Melipilla y Universidad Católica. Es joven y, por ello, su sueño referil es de largo plazo. Tras llegar a Primera División en el fútbol masculino quiere obtener su insignia FIFA para que en los próximos años pueda estar en la Bombonera, en el Morumbí o en el Defensores del Chaco como parte de la cuaterna de un partido de la Copa Libertadores o de la Copa Sudamericana.
"Ahora estoy en la nómina para aspirar a ir al Mundial Femenino 2023 en Australia y Nueva Zelandia, pero la verdad es que mi objetivo es dirigir en el fútbol masculino. Ya llegué acá, hice todo el camino desde Segunda División Profesional hasta Primera y creo que ahora debo pensar en torneos internacionales masculinos"
-Pero a lo mejor en el fútbol femenino podría tener más
oportunidades. Incluso quizás como juez central.
-Es que ese camino ya no lo hice. De hecho, si hoy me ofrecieran la oportunidad de ser juez central diría que no. Aparte de que tendría que empezar de cero de nuevo, me apasiona más ser juez asistente.
-¿Por qué?
-Por una cuestión física. El juez asistente requiere de velocidad y el central de resistencia. Yo soy velocista.
-¿Cómo se hizo futbolera?
-Mi papá es bien fanático y veía con él los partidos en la tele y también íbamos al estadio. No voy a decir a qué equipo seguíamos, jajajá. Pero de verdad, lo que más me apasionaba era ver jugar a la Selección porque miraba cómo la gente se ponía feliz cuando ganaba. Fui entendiendo de a poco el juego y en el barrio, en Pudahuel, donde me crie, me gustaba salir a jugar pichangas con los vecinos. Lo pasaba mejor así que con mis amigas, porque yo nunca fui de jugar con muñecas Barbie o a las tacitas.
-Igual deben haberla mirado extrañadas sus compañeras de colegio.
-Sí, pero no tanto ellas como sus familias. Yo era bien deportista en el colegio porque jugaba fútbol, básquetbol y vóleibol y no hacía lo que tradicionalmente hacían las niñas de mi edad y eso a algunas personas les provocaba cierto rechazo.
-¿A qué personas?
-La verdad es que algunas amigas no jugaban ni se juntaban conmigo porque sus mamás se los prohibían. Decían que yo era machito porque jugaba a la pelota.
-¿Qué le provocó eso? ¿Pena, rabia, frustración?
-Lo cierto es que siempre traté de no darle importancia porque hacía lo que me gustaba. Sí reconozco que, ya más adolescente, como yo no era de pintarme y arreglarme como la mayoría de mis compañeras, me sentía el Patito Feo. Y de verdad eso fue algo que sentí por mucho tiempo"
-¿Por qué, si le gustaba tanto jugar, no fue futbolista o al menos intentó serlo?
-Porque creo que no tenía el nivel para serlo.
-¿De qué jugaba?
-Siempre de lateral derecho, pero de esas a la antigua, defendía más de lo que atacaba. Y de pierna fuerte, no temía a entrarle al atacante rival, jajajá.
-¿Y cómo apareció el referato como opción?
-De pura casualidad. Cuando salí de cuarto medio no sabía qué estudiar. Solo que no sería nada con matemáticas ni inglés, que eran los ramos en que me iba pésimo en el colegio. Hice la PSIJ y quedé en educación física. Ahí una vez un compañero de curso me invitó a arbitrar un partido de futbolito en una empresa. Lo pasé bien y me quedó el bichito, así que cuando estaba en el último año de la carrera me metí al Inaf al curso de referato. Trabajé en algunos colegios como profe mientras terminaba y luego, como tenía que decidir qué hacer, me fui por el arbitraje. Me enamoré de esta pega.
-Igual hoy parece haber sido una buena elección.
-Claro, no me arrepiento para nada. Me he esforzado, pero también tuve suerte. Nunca pensé que se abriría tan rápido la opción en Chile de que las mujeres pudiésemos integrarnos al fútbol masculino. Y siento que las que estamos en esto hemos demostrado capacidad. Yo pasé de Segunda División a Primera B como la segunda mejor calificada y de la B a Primera División también entre las mejores.
-Una cosa es la capacidad y otra el respeto. ¿Ha sentido alguna discriminación de sus colegas varones? El mundo del referato siempre ha sido bien de clanes.
-Obviamente que de los pares uno siente que hay sentido de competencia. Es súper natural que todos queramos tener los partidos más importantes y ser mejores considerados por los profesores. Pero no por una cuestión de género.
-¿Y los jugadores? ¿Alguno se ha salido de los márgenes y le ha recriminado algo por su calidad de mujer?
-No, de verdad. Sufro lo mismo que todos mis colegas: levantadas de brazos, algún "¿qué estái cobrando?", pero no insultos por ser mujer.
-¿Ni siquiera en el clásico donde hay más tensión?
-Le voy a ser bien sincera: en ese partido fue donde sentí más respeto por parte de los jugadores.
-¿Y de parte de los periodistas y comentaristas? Claudio Borghi dijo que usted hacía bien su trabajo y que, además, era guapa, lo que provocó la airada reacción de varias mujeres. ¿También le cargó ese comentario?
-La verdad es que cada vez que me preguntan sobre eso prefiero no opinar. Me acuerdo de que ese día me llenaron de mensajes en mi WhatsApp, pero preferí no darle mucha bola al tema. Obvio que a una le gusta que la reconozcan por su trabajo y no por su físico. Pero de verdad, no le di muchas vueltas a lo que dijo Borghi.
-Es que ese camino ya no lo hice. De hecho, si hoy me ofrecieran la oportunidad de ser juez central diría que no. Aparte de que tendría que empezar de cero de nuevo, me apasiona más ser juez asistente.
-¿Por qué?
-Por una cuestión física. El juez asistente requiere de velocidad y el central de resistencia. Yo soy velocista.
-¿Cómo se hizo futbolera?
-Mi papá es bien fanático y veía con él los partidos en la tele y también íbamos al estadio. No voy a decir a qué equipo seguíamos, jajajá. Pero de verdad, lo que más me apasionaba era ver jugar a la Selección porque miraba cómo la gente se ponía feliz cuando ganaba. Fui entendiendo de a poco el juego y en el barrio, en Pudahuel, donde me crie, me gustaba salir a jugar pichangas con los vecinos. Lo pasaba mejor así que con mis amigas, porque yo nunca fui de jugar con muñecas Barbie o a las tacitas.
-Igual deben haberla mirado extrañadas sus compañeras de colegio.
-Sí, pero no tanto ellas como sus familias. Yo era bien deportista en el colegio porque jugaba fútbol, básquetbol y vóleibol y no hacía lo que tradicionalmente hacían las niñas de mi edad y eso a algunas personas les provocaba cierto rechazo.
-¿A qué personas?
-La verdad es que algunas amigas no jugaban ni se juntaban conmigo porque sus mamás se los prohibían. Decían que yo era machito porque jugaba a la pelota.
-¿Qué le provocó eso? ¿Pena, rabia, frustración?
-Lo cierto es que siempre traté de no darle importancia porque hacía lo que me gustaba. Sí reconozco que, ya más adolescente, como yo no era de pintarme y arreglarme como la mayoría de mis compañeras, me sentía el Patito Feo. Y de verdad eso fue algo que sentí por mucho tiempo"
-¿Por qué, si le gustaba tanto jugar, no fue futbolista o al menos intentó serlo?
-Porque creo que no tenía el nivel para serlo.
-¿De qué jugaba?
-Siempre de lateral derecho, pero de esas a la antigua, defendía más de lo que atacaba. Y de pierna fuerte, no temía a entrarle al atacante rival, jajajá.
-¿Y cómo apareció el referato como opción?
-De pura casualidad. Cuando salí de cuarto medio no sabía qué estudiar. Solo que no sería nada con matemáticas ni inglés, que eran los ramos en que me iba pésimo en el colegio. Hice la PSIJ y quedé en educación física. Ahí una vez un compañero de curso me invitó a arbitrar un partido de futbolito en una empresa. Lo pasé bien y me quedó el bichito, así que cuando estaba en el último año de la carrera me metí al Inaf al curso de referato. Trabajé en algunos colegios como profe mientras terminaba y luego, como tenía que decidir qué hacer, me fui por el arbitraje. Me enamoré de esta pega.
-Igual hoy parece haber sido una buena elección.
-Claro, no me arrepiento para nada. Me he esforzado, pero también tuve suerte. Nunca pensé que se abriría tan rápido la opción en Chile de que las mujeres pudiésemos integrarnos al fútbol masculino. Y siento que las que estamos en esto hemos demostrado capacidad. Yo pasé de Segunda División a Primera B como la segunda mejor calificada y de la B a Primera División también entre las mejores.
-Una cosa es la capacidad y otra el respeto. ¿Ha sentido alguna discriminación de sus colegas varones? El mundo del referato siempre ha sido bien de clanes.
-Obviamente que de los pares uno siente que hay sentido de competencia. Es súper natural que todos queramos tener los partidos más importantes y ser mejores considerados por los profesores. Pero no por una cuestión de género.
-¿Y los jugadores? ¿Alguno se ha salido de los márgenes y le ha recriminado algo por su calidad de mujer?
-No, de verdad. Sufro lo mismo que todos mis colegas: levantadas de brazos, algún "¿qué estái cobrando?", pero no insultos por ser mujer.
-¿Ni siquiera en el clásico donde hay más tensión?
-Le voy a ser bien sincera: en ese partido fue donde sentí más respeto por parte de los jugadores.
-¿Y de parte de los periodistas y comentaristas? Claudio Borghi dijo que usted hacía bien su trabajo y que, además, era guapa, lo que provocó la airada reacción de varias mujeres. ¿También le cargó ese comentario?
-La verdad es que cada vez que me preguntan sobre eso prefiero no opinar. Me acuerdo de que ese día me llenaron de mensajes en mi WhatsApp, pero preferí no darle mucha bola al tema. Obvio que a una le gusta que la reconozcan por su trabajo y no por su físico. Pero de verdad, no le di muchas vueltas a lo que dijo Borghi.