Hace cerca de un año que Iñigo Urrutia optó por una vida más sencilla. Abandonó su departamento en las cercanías de Plaza Italia y se fue a vivir a un campo familiar en la Región de la Araucanía, en el camino entre Freire y Villarrica.
'"Me ha dado una satisfacción enorme", cuenta. "Acá no es como que prendo la calefacción o que tomo un Uber y listo (...) Nos hemos transformado en seres muy cómodos y salir de esa comodidad y pasar frío, sembrar tu mismo, te hace sentir que eres capaz de hacer cosas".
Durante esta semana ha estado de visita la mamá de Urrutia, pero la mayoría del tiempo a ha pasado solo, cuestión que le gusta.
"Me siento muy cómodo", dice.
Actualmente está trabajando en la cosecha de avellanas: "Me encanta hacer ese trabajo, aunque a veces me duela la espalda heavy, porque ahora estamos en cosecha. Me siento necesario".
A continuación algunos de los cambios que ha enfrentado. No está en sus planes volver a la capital.
La hora del trabajo manual. En el campo ha trabajado en la tierra; cercó el lugar, limpió y regó. Uno de sus grandes orgullos es haber hecho un invernadero.
"Nunca había construido nada y aunque la puerta quedó chueca, me dio una satisfacción súper grande porque hice algo que nunca pensé que podría hacer".
Se secó el pozo del agua. En su campo se usa un pozo para el agua, pero desde hace unos cinco días que el pozo está seco. Es la primera vez que le pasa en el año que lleva en el campo.
"Ha llovido poco, entonces, hay que esperar que se rellenen un poco las napas", explica.
La persona que sabe arreglar el problema no ha podido ir porque está muy demandado.
'"Mientras tanto estamos dosificando el agua", cuenta.
Urrutia compra algunos bidones, que usa para beber y lavar la loza. Para regar el huerto, saca de un estero que está cerca.
"Llevo unos dos días sin ducharme. Me lavo los pies para no ensuciar tanto las sábanas, porque se trabaja con mucha tierra. (En época normal) me ducho con agua fría y eso me despierta".
Ordenarse con la comida y cortar el café. Iñigo, que es vegetariano, nunca ha consumido mucho delivery.
"A lo más, de vez en cuando, pedíamos una pizza con la amiga que vivía para darnos un regalito", recuerda de sus días en Santiago. Estar en el campo le ha servido para ordenarse.
"Hago un ayuno de 24 horas una vez a la semana, es costumbre, y al estar solo, se hace más fácil", asegura.
Cocina cosas sencillas.
"No soy muy elaborado; hago lentejas o garbanzos y me rinden durante tres días. Me alimento bien según mis necesidades", añade.Desde que llegó el campo que cortó al café, hoy solo lo toma socialmente.
"Acá he conocido más hierbas medicinales y me han hecho bien", cuenta.
Le gusta la cama pesada. A diferencia de Santiago, donde usaba una Toyotomi, acá tiene una estufa a leña Bosca, pero no le gusta prenderla mucho.
"Es que igual es un consumo, puedo prescindir de ella para cuando realmente tengo frío y es necesaria", opina.
¿Cómo duerme? "'Me gusta la cama pesada; uso dos plumones, dos frazadas y me gusta esa sensación".
El internet es bien impetuoso. El actor depende del oscilante 4G para tener internet, porque donde está no llega la banda ancha.
Como la señal no es muy buena, para conectarse tiene dos opciones: ir a una esquina de su pieza donde llega o salir de la casa.
"Aunque de repente se va. Hay días en los que estoy sin señal", relata. Eso no le molesta:
'"Suelto el teléfono, es que es muy vicioso. Y acá siempre tengo algo para hacer; ir al huerto, leer o dibujar".
Sus últimas lecturas fueron "Migración e intolerancia" de Umberto Eco y "Un año en los bosques" de Sue Hubell.
¿Cómo anda la corriente? Una de las cosas que funciona bien es la electricidad, dice. Aunque de repente se corta: "'Ahí también se corta el agua, porque el motor es eléctrico, y hay todo un circuito".
-¿En algún momento de su vida usó lámparas de gas?
-Usábamos velas cuando yo era chico, pero en la casa de mi abuela que está arriba en el cerro y allí todavía no llega la luz. En ese caso se usaba generador y sólo había luz de 9 a 11 .