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La historia de Francisco Martínez, el malabarista muerto en Panguipulli

Francisco Andrés Martínez Romero, malabarista, artesano y vegetariano, había llegado hace cuatro años a Panguipulli, Región de Los Ríos, después de un largo mochileo.

"A mi hermano le gustaba mucho caminar, era un hippie que le gustaba la vida natural, el medio ambiente. Le cargaba estar encerrado, con mucha gente. Por eso siempre recorrió Chile y otros países. Pero creo que se enamoró de Panguipulli: llevaba hace mucho rato ahí. Antes había estado en Arica, pasó a Perú, Bolivia y Ecuador. Era un patiperro", cuenta Rocío Caviedes Romero, hermana de Francisco, y que vive en Santiago.

En Panguipulli, una pequeña ciudad de 32.525 habitantes, pegada al lago del mismo nombre y más cercana a Villarrica que a Valdivia, Martínez se instaló a crear y vender artesanías, como la araña hecha de alambres de cobre que ilustra esta nota, y a hacer malabarismo en las esquinas del pueblo, pidiendo una propina a los autos que pasaban. Sin hogar establecido, vivía en una carpa en el sector norte de la playa del lago Panguipulli donde cuidaba a unos perros callejeros que lo seguían por todos lados.

La hermana de Francisco Martínez agrega: "No tenía celular ni nada, ni siquiera carné. Por eso no pudo pasar el carné para el control".

El control al que hace alusión Rocío Caviedes es el procedimiento policial ocurrido el viernes pasado, a las 1 5:30 horas, cuando su hermano se encontraba en la esquina de las calles Martínez de Rozas con Pedro de Valdivia; en ese lugar, un carabinero le pidió su cédula de identidad. Según testigos, Martínez dijo no portarla y desde ese instante comenzó un incidente, que investiga el ministerio público, y que terminó con el funcionario policial disparando sobre Francisco Martínez, y él falleciendo a los pocos minutos en el lugar.

Esquizofrenia

La hermana de Francisco cuenta que "él sufría de esquizofrenia, pero no tenía manifestaciones violentas. Estos rasgos comenzaron después de los 20 años. Y fueron diagnosticados en Ecuador hace unos cinco años. Ahora tenía 27. Era súper tranquilo, siempre ayudaba ahí en Panguipulli y por eso la gente lo quería mucho".

Este dato lo confirma Salvador Pradenas, flautista y profesor de música de la Casona Cultural de Panguipulli. "Francisco vendía sus artesanías afuera de mi casa, así lo conocí. Nosotros sabíamos que tenía esquizofrenia, pero nunca lo vimos ser violento. Hablaba un par de disparates y nos decía que él había peleado en una guerrilla en Ecuador y se arrancó al sur para esconderse. Pero más allá de eso, era tranquilo", dice.

Dos detenciones

Antes del control de identidad del viernes pasado, Martínez había sido detenido en dos ocasiones. La primera de ellas fue en mayo de 2019, por la denuncia de porte armas corto punzantes (los machetes con los que hacía malabares y que llevaba al momento de morir); sin embargo, la investigación de esa causa no continuó al "no ser hechos constitutivos de delitos", ya que los machetes eran de utilería. La segunda fue el año pasado, cuando fue detenido en el mes de diciembre por incumplimiento de las normas sanitarias al ser descubierto sin mascarilla en la vía pública.

Salvador Pradenas recuerda: "Lo vi varias conversando con la policía. De hecho, los carabineros de acá le llevaban bebida y comida y se quedaban un rato conversando con él. Sabían cómo manejarlo y nunca tuvieron problemas".

Días anteriores a los hechos que culminaron en la muerte del artista callejero, cuenta Pradenas, "hubo problemas en el mismo lugar en que Francisco trabajaba porque unos mochileros que llegaron en el verano estaban insultando y molestando a los autos que pasaban. Ese mismo día, antes de ayer, yo vi al Pancho dirigiendo el tránsito en el sector que está al lado de la Copec. Quizás lo confundieron con los otros mochileros".

Un dato que estuvo dando vueltas en redes sociales, es que Francisco era tío de A.A., el menor que cayó al río Mapocho tras un incidente con carabineros de Control de órden Público en octubre de 2020, hecho que también investiga el ministerio público. "Es verdad que es familiar de él. Francisco era su tío".

Rocío Caviedes recuerda: "Si no hacía artesanías, trabajaba haciendo aseo en hoteles. Era independiente, nunca nos llamó para pedirnos plata. Por eso trabajaba en eso. Lo hacía solo para subsistir, alimentarse. No tomaba y no tenía vicios".

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