Este martes fue una fecha que los Carreño-Riquelme no olvidarán. Tras ocho años de relación, la pareja compuesta por Jaime, actual mediocampista de la Universidad de Concepción, e Isidora, que lo acompaña desde antes de que fuera profesional, se casaron por el civil en Santiago. Fue una ceremonia bien medida por la contingencia sanitaria, que espera una segunda patita algo más relajada y con un enfoque espiritual.
"Nos tuvimos que casar en el Registro Civil de Las Condes por esto de la pandemia", dice Isidora.
Por los cambios de fases en Santiago y por la programación del torneo de fútbol, cuenta, tuvieron que posponer dos veces el compromiso: primero tenían fecha para noviembre y luego lo quisieron hacer en enero. La idea era que coincidiera con la llegada al mundo de Clemente, su segundo hijo, que los acompañó solo durante 29 días producto de un problema genético: la enfermedad renal poliquística autosomática recesiva, que produce múltiples quistes en los riñones y puede dañar el hígado.
Isidora dice que hubiese sido todavía más significativo hacerlo a mitad de enero, cuando nació el pequeño, pero los astros tampoco se alinearon. Finalmente, el receso previo a las últimas tres fechas del torneo les abrió la ventana para venir a Santiago y dar el tan anhelado paso.
Carreño fue formado en la UC y tras ser campeón con esos colores, defendió a Everton, Oriente Petrolero de Bolivia y ahora a la U penquista.
Cuando estaba en el fútbol altiplánico sucedió lo de Clemente, que nació el 15 de enero de 2020, con 34 semanas de gestación. Carreño viajó a Chile para recibirlo. Se quedó unos días y luego tuvo que regresar al club de Santa Cruz de la Sierra, donde recibió la triste noticia el 13 de febrero.
"No hay día que no te piense, te siento siempre cerca de nosotros, guiándonos y cuidándonos en cada paso que damos", reflexionó el jugador hace poco en sus redes sociales.
"Casarnos fue una emoción demasiado grande por todo lo que hemos vivido. Somos chicos, pero llevamos mucho tiempo juntos. Ocho años para ser exacta, y hemos vivido de todo", agrega Isidora desde Concepción, donde viven con su hijo mayor, Facundo Milovan, y una mascota (un cachorro).
"Dar este paso tan lindo es cumplir un sueño que teníamos desde niños", agrega ella.
-¿Pudieron organizar todo desde allá?
-Sí, aunque mis papás nos ayudaron demasiado. En la casa de mis tatas hicimos un desayuno cóctel después del Registro Civil. Ahí estuvimos con nuestra gente más cercana. Fue hasta el mediodía y luego nosotros nos devolvimos a Conce.
-¿Piensan casarse por la iglesia cuando se pueda?
-No, eso ya lo decidimos. No nos vamos a casar por la iglesia. Haremos una ceremonia simbólica en honor a los ángeles, sobre todo a Clemente. En vez de casarnos ante dios, nos casaremos ante él.
-¿Tienen fecha?
-Estimábamos hacerlo ahora el 12 de febrero, en Santiago también, en San Bernardo, pero lo pospusimos por los cambios de fase. No nos apura ni nos complica haber hecho este cambio. Preferimos que pase el tiempo para cumplir con todos los protocolos y las normas.
"Perder un hijo es algo muy grave, te limita el sentido de la existencia. Somos una especie que basa su inmortalidad en la trascendencia a través de hijos y/o nietos. Un episodio así puede distanciar o fortalecer a una pareja, y creo que esto último fue el caso acá", dice Sergio Schilling, sicólogo con experiencia en temas de pareja.
Sobre la decisión de no casarse por la iglesia y optar por otro rito, también tiene una visión. "Los vínculos matrimoniales religiosos han ido perdiendo fuerza en nuestra sociedad porque las instituciones perdieron credibilidad, un fenómeno llamado anomia. Y sobre su vínculo, ellos están sufriendo el mismo dolor y eso los hace fraternos, por ahí podemos explicar que tenga esta significación más espiritual, esotérica, de los ángeles", cierra.
En el ámbito terrenal, Carreño tiene el foco puesto en el final del torneo y prefiere centrarse en eso, aunque no esconde su alegría por este trascendental paso junto a Isidora.