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Tía Sonia

La Tía Sonia reconoce que ella se convirtió, para el hincha deportivo chileno, en una especie de sucesora de la Tía Alicia, la mamá de Iván Zamorano, cuando comenzó a hacerse conocida siguiendo la carrera de su hijo Nicolás Massú. "La diferencia con la señora Alicia es que yo no le preparaba cazuelas a mi hijo y no podía seguirlo a todos los lugares donde iba", señala.

-Igual se hizo famosa siendo algo así como la jefa de barra de Nicolás.
-Claro. Me encantaba alentarlo. Yo iba a todas sus competencias cuando era chico. El era un excelente deportista porque, además de jugar tenis, era atleta y futbolista. De hecho, jugó en Everton y seguro que si no se dedicaba al tenis hubiese sido un gran futbolista.

-La familia lo llevó al tenis.
-Claro, fue mi papá el que lo impulsó en el tenis. Y tuvo también al Nano Zuleta como entrenador, quien le vio las condiciones y nos dijo que Nico debía viajar para empezar a competir.

-Usted y Nico parecen tener un lazo especial, de mucha conexión madre-hijo. Es como si fuera su regalón.
-Hay esa idea, pero la verdad es que yo con mis tres hijos soy igual. A todos los acompañé en sus proyectos. Y en verdad, para serle sincera, mi hijo regalón es Stefano, quizás porque es el menor y porque es de detalles conmigo, es muy cercano.

-Vaya. ¿Nicolás es más frío?
-No, también es muy cariñoso conmigo. Lo que pasa es que nos vemos poco. Siendo tenista y ahora coach, Nico pasa poco acá. De hecho, muchas veces me dice que viene viajando y yo ahí solo le digo que me avise que llegó bien porque me quedo preocupada hasta no saber que lo hizo. Pero pueden pasar tres días con él acá y no vernos. Yo entiendo que él tiene que hacer sus cosas. Pero nos comunicamos harto por el Whatsapp familiar.

-¿Le gusta que Nicolás haya seguido en el tenis tras su retiro? ¿No esperaba tenerlo más cerca?
-Yo de verdad que soy feliz si veo que mis hijos lo son. Nico lleva dos años como coach de este niño Thiem y ha estado estos dos años nominado como mejor entrenador del circuito. iCómo no voy a estar feliz!

-Además, a Nico se le quiere mucho en Chile. Es ídolo.
-Claro, la gente le da mucho cariño. Claro que me gustaría que le concretaran algunas promesas que le han hecho las autoridades.

-¿Cuáles?
-Todavía espero la estatua y la calle que le prometieron a Nico luego de ganar las medallas olímpicas. La estatua dijeron que estaría en el Estadio Nacional y la calle en Viña. Y nada.

-Sus otros dos hijos, ¿también merecen todos los honores?
-Claro. De todas maneras. Jorge Andrés tiene una Automotora, la Massú Car Boutique, es muy tuerca y trabajador. Y un gran papá. Y Stefano apoya mucho a Nicolás porque sabe harto de tenis, le ve las cosas acá, y además es re simpático. A nadie le cae mal.

-Usted como suegra debe ser medio difícil. Y celosa.
-Celosa no soy. He tenido buena relación con casi todas las pololas de mis hijos.

-¿Casi todas?
-Sí pues. Es que la que no me ha gustado se me ha notado en la cara. Mis hijos se dan cuenta.

-¿No echa de menos haber tenido una hija entre tanto hombre?
-Por supuesto. De verdad es que cada vez que me embarazaba pensaba que quería una niñita. No se dio.

-Al menos tiene ahora una nieta.
-Sí, Alessandra un poco viene a cubrir esa carencia. Ella y su hermano Matías son mis adoraciones.

-¿Abuela complaciente y malcriadora?
-No. Para nada. Soy cariñosa, pero cuando que hay que poner orden, ni un drama.

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