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Nelson Tapia

A Nelson Tapia le conocían popularmente con tres sobrenombres cuando jugaba: Pelado, Simpson y Cabeza de Muela. Pero ninguno le gustaba. Para el ex arquero de la Roja el mejor apodo fue el que le pusieron en O'Higgins: El Huaso de Molina. "Los otros siempre los vi como medios despectivos, en especial Cabeza de Muela, que me lo puso Eduardo Bonvallet en la época en que nos atacó a todos en la Selección", comenta.

Tapia, para más señas, es oriundo de Molina, pueblo cercano a Curicó, tal como el ex jugador lo inmortalizó en una camiseta que mostró a todos el día en que, con él al arco, Chile se clasificó al Mundial de Francia. Pese a ello, el actual entrenador de Guayaquil Sport de Ecuador dice que "prácticamente me expulsaron de Molina", por lo que hace rato que no vuelve por esos lados, donde aún tiene casa y vive su familia.

-¿Cómo es eso que lo expulsaron?
-Es que me fui de Molina porque mucha gente trató de tirarme para abajo, pese a que mi proyecto de vida profesional, una vez que me retiré del fútbol, siempre estuvo ligado al pueblo. Quise instalar escuelas de fútbol e, incluso, tener un equipo amateur: el Molina United pensaba ponerle para hacer el paralelo con el Manchester. Pero me hicieron la vida imposible. Nunca me dejaron hacer nada. Había mucha envidia y gente del mundo del fútbol amateur que creía saber más que yo en todo. Y cuando trabajé en proyectos de la municipalidad, terminé acusado por, supuestamente, emitir boletas por trabajos que no habría realizado. Al final sentí que nadie me quería allá pese a que, curiosamente, soy Hijo Ilustre de Molina. Así que me fui.

-Usted se retiró como futbolista en 2006. ¿Por qué recién ahora y en un equipo de tercera división de Ecuador está logrando figuración como entrenador?
-Las cosas se han dado así. Desde que logré mi cartón de entrenador hice de todo. Dirigí en colegios, en series menores, a equipos femeninos, tuve escuelas de fútbol, trabajé en municipios, fui gerente técnico, preparador de arqueros. Di la vuelta larga hasta que el uruguayo Guillermo Almada me invitó a ser parte de su equipo técnico en Barcelona de Guayaquil. Me vine con él porque conocía lo que se estaba haciendo en Ecuador, en especial en Independiente del Valle, y cuando él se fue a España antes de terminar el campeonato, me tocó dirigir el último partido de Barcelona, en el que tenía pocas posibilidades de clasificarse a la Copa Libertadores porque debía ganar y esperar un montón de resultados. Ganamos, se dieron los resultados y Barcelona fue a la Copa. Y de inmediato un directivo medio del club me contó que su familia tenía un proyecto con un club de tercera división y que le gustaría que yo lo dirigiera. Era Guayaquil Sport.

-¿Y no quiere dar el salto a un club de primera aún?
-Estoy metido en el proyecto de Guayaquil Sport y en eso me enfoco. Pero me siento capacitado para dirigir a cualquier equipo en Ecuador. Incluso la selección ecuatoriana si se diera en algún momento.

-¿De verdad se siente así de seguro?
-Sí. También tengo como opciones de mediano plazo ir a otro mercado. Estoy cerca de Colombia, de México, de Estados Unidos. No digo que quiero irme a Europa porque ese es el objetivo natural de todos, pero veo que puedo proyectar mi carrera.

-Chile está buscándole sucesor a Reinaldo Rueda en la Roja. ¿Se sentiría capaz de asumir ahora un desafío así?
-Creo que tengo condiciones para dirigir la Selección, aunque digan que estoy loco. Tengo fe en mis capacidades. De hecho, mi hijo me ha llamado estos días para decirme que me promocione, que llame a la Federación, que mande mis antecedentes.

-¿Y lo ha hecho?
-No. Yo creo que las cosas deben darse naturalmente. Me siento capaz, pero hay mucho que ver. Siento que se debe hablar de un proyecto, aunque la meta obvia sea clasificar al Mundial.

-Usted igual tiene llegada con los líderes del equipo.
-Claro. Con Claudio (Bravo) hablo seguido y nos mandamos muchos mensajes. A Alexis lo conozco desde cabro chico en Cobreloa. A todos, la verdad, los conozco harto.

-¿Cree que podría manejar los egos y liderazgos del plantel?
-Me siento capaz de liderar un grupo y sé que puedo imponer orden. Yo soy un entrenador que puedo ser cercano, amigo y sicólogo incluso, pero para mí lo primordial es la disciplina. Soy de los técnicos que llegan antes que todos a los entrenamientos y, si alguien no llega a la hora, es sancionado. He echado utileros, médicos, ayudantes e, incluso, coordinadores de mis equipos que no han cumplido las normas. En eso soy estricto.

-Los jugadores son dados a decir que los entrenadores se olvidan de que, cuando eran futbolistas, también cometían actos de indisciplina. A usted le podrían decir eso.
-Yo en mi carrera hice muchas embarradas, no lo voy a negar, pero uno aprende. Las cosas ya pasaron y no puedo borrarlas, pero eso no implica que hoy, como entrenador, no pueda exigir disciplina.

-¿Usted habría sacado a Arturo Vidal del plantel de Chile en la Copa América 2015 tras su choque en pleno torneo?
-Hay que ponerse en los zapatos del entrenador en ese momento. Vidal era un jugador importante y Chile estaba jugando la posibilidad de ser campeón. Hay que ser equilibrado al tomar decisiones. No hay que ser gil tampoco.

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