De pie al lado de una bicicleta y con un megáfono en la mano, un joven saluda a un puñado de personas que lo acompaña. Casi todas, como él, están en bicicleta. "¿Me escuchan?", pregunta. Tras una tímida respuesta anuncia: "Hoy nos reunimos acá porque a nuestra derecha tenemos, según información interna, el domicilio del ministro de Salud, Enrique Paris". Suena orgulloso de lo que está haciendo. Como si de verdad estuviera dando un anuncio importante para contener la pandemia. Apenas dice el nombre del secretario de Estado, se escucha una silbatina.
La secuencia fue registrada afuera del edificio donde efectivamente vive Paris, en Providencia, donde este grupo de personas —la mayoría con las mascarillas como bufanda- se reunió para hacerle una funa.
Algunos gritaban consignas mientras otros rayaban la calle. El hombre del megáfono daba un discurso algo inconexo y cargado al cliché, del que se desprendía que el grupo buscaba refundar las bases de la salud pública.
Como si fuera una pieza audiovisual digna de ser apreciada, algunos de los manifestantes decidieron subir el video a internet.
El desconcierto
Este jueves, en el espacio matutino para comunicar el avance de la pandemia en Chile, el ministro habló del episodio: "Además de los gritos desagradables, como yo vivo en un edificio, estas personas no solo afectaron a mi familia, sino que a todos los residentes del edificio y de los edificios cercanos", lamentó."Encuentro que es el colmo -prosiguió el secretario de Estado- porque esto desgraciadamente da una visión de una parte muy pequeña de la población que actúa igual que los nazis cuando hicieron esa famosa noche de los cuchillos largos; que actúa igual que esa turba aleonada por el presidente (Donald) Trump que entró al Capitolio sin respetar nada".
Paris apeló también al sentido común: "Les pido que si quieren ir a protestar, vayan a hablar conmigo al Ministerio de Salud. Yo también tengo derecho a descansar, a tener mi privacidad en mi hogar. Estoy dispuesto a dialogar, a escucharlos, que vayan a decirme al Ministerio, que vaya al Hospital San José o que vayan a decirme al Ministerio que estoy matando gente, porque eso era lo que gritaban, algo insólito, pero no en mi casa ni en la casa de ninguna persona en Chile".
Algo tribal
¿Qué hay detrás de las funas como fenómeno social? El biólogo evolutivo José Antonio Muñoz, especialista en etología humana e investigador del Laboratorio de Comportamiento Animal y Humano de la Universidad de Playa Ancha, plantea que los grupos humanos, al compartir características identitarias, tienden a generar un efecto de rechazo compartido cuando creen que un tercero atenta contra su manera de entender el mundo."Es habitual que se busquen culpables frente a los tomadores de decisiones o rostros visibles de procesos que generan un alto nivel de frustración social. A nivel de grupo, el identificar enemigos suele ser una estrategia que fortalece el sentimiento de unicidad dentro del grupo. El problema es que esto también puede deshumanizar el juicio que tienen los miembros del grupo de la persona que es objeto del rechazo, lo que deriva en comportamientos violentos", ilustra el académico.
"¿Por qué se llega a esto? ¿Por qué estos canales informales se vuelven más efectivos o más usados por los movimientos sociales?", se pregunta el sociólogo Javier Romero Ocampo, doctor en Estudios Americanos de la Universidad de Santiago. El especialista plantea que las funas proliferan cuando las personas consideran que los canales formales de comunicación son ineficaces. Agrega que el objetivo de estas protestas es hacer visible la queja ante el resto de la sociedad, sin importar mucho si se transgreden hábitos tradicionales de convivencia.
"El espacio de lo público y lo privado, sobre todo en las personas que ostentan algún poder formal, como es el caso del ministro, se diluye. Y los que hacen la manifestación entienden que el ministro es ministro las 24 horas, entonces operan con la lógica de que sin importar dónde y cuándo es posible interpelarlo", explica el sociólogo.