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La Tía Sonia cuenta que añora salir, pero ha tenido que adaptarse a las nuevas circunstancias

El último cumpleaños que celebró Sonia Fried fue, según confiesa, diferente a todas sus celebraciones. "Creo que por primera vez en muchos años lo pasé en Viña, solo con dos de mis hijos y mis dos nietos. Bien igual, pero no era a lo que yo estaba habituada", cuenta la Tía Sonia, la popular mamá de Nicolás Massú.

-¿Y qué tanto hacía antes?
-Uff, es que yo soy buena para celebrar en grande. Durante estos últimos años iba a Santiago y arrendábamos un local para armar la fiesta. Me acuerdo que cuando cumplí 51 años hasta en LUN apareció mi celebración. La hice en conjunto con una amiga, 50 invitados cada una. Llegaron en una micro. Lo pasamos fantástico.

-Ahora, con todas las restricciones, eso sería un delito.

-Imagínese. Estamos viviendo un período de incertidumbre. Yo me angustio porque siempre fui buena para trasnochar, para salir con los amigos y pasarlo bien.

-Buena para festejar.
-Siempre me gustó esa onda de celebran Sin tomar trago, yo siempre levantaba el ánimo a todos. Nunca fui la que se quedara dormida o demostrara lata o cansancio. Al contrario. Siempre fui de tiro largo. Y eso hoy lo resiento con esta pandemia. Echo de menos la fiesta y a mis amigas. Bailar, aunque obvio que ya no lo hago como antes, jajajá.

-¿De Iola fue así? ¿Buena para salir y el pololeo?
-Tenía mis amistades y lo pasaba bien. No sé si tan polola.

-Es difícil adaptarse a un momento como el que vivimos.
-Sí, ha sido muy complicado. Ni siquiera quise pensar mucho en el final del año, ni menos hacer balances o proyectar lo que viene. Es demasiada la incertidumbre. ¿Quién puede decir con seguridad lo que viene?

-¿Tiene miedo? ¿Se ha planteado el tema de la muerte?
-Estoy asustada porque no sé, ni nadie puede saber, qué pasará en los próximos meses. He visto gente cercana y que quiero mucho, como Yogurt de Mora, que ha sufrido con el Covid. Claro que uno tiene temor y piensa.

-¿Y qué hace una persona como usted obligada al encierro?
-He debido adaptarme porque no soy de costumbres fáciles. Puse Netflix y la verdad es que para ver series hay que estar dispuesta a ver muchas horas y eso no me agrada. Mejor lo paso conectada a las redes sociales, en especial a mi Instagram, que es un buen espacio para conversar con la gente. Tengo muchos seguidores. En mi último cumpleaños me llenaron de mensajes y he tratado de contestarles a todos, pero no he podido. Eso me entretiene porque he sentido mucho cariño y buena onda.

-¿Qué es lo que no resiste del confinamiento y que la ha obligado a arriesgarse?
- No puedo hacer compras de mercadería por internet. Me tupo y no lo hago. Así que voy al supermercado. Me gusta ver lo que quiero comprar y recorrer los estantes. Me entretiene. No lo cambio por una persona que venga a dejar las cosas a mi departamento.

-¿No es de hacer reuniones pequeñas con los amigos? Igual eso puede ayudar.
-No tanto. Más con la familia. A mi mamá, Veronika, que tiene 94 años, la paso a ver todos los días. Por suerte sigue bien de mente, de cabeza. Mi hermano Andrés, que vive en Viña, también pasa a verla seguido. Y mi hermana Sandra, la menor, cuando puede porque vive en Santiago.

-La familia es su centro.
-Por supuesto. Eso me lo inculcaron siempre en la casa. Fuimos muy unidos y solo nos falta mi papá, Ladislao, que murió hace ocho años.

-Sus padres llegaron desde Hungría como inmigrantes. ¿Por qué a Chile?
-Porque mi papá tenía un pariente en Valparaíso y le dijo que acá todo era muy tranquilo. Mis padres se vinieron casados desde Hungría y todos sus hijos nacimos en Valparaíso. Sí, soy porteña aunque si me pregunta si me siento del puerto o de Viña le dijo que de Viña, jajá.

-Se nota que usted traspasó ese sentimiento familiar a sus hijos. Los apaña como cachorros.
-Son mi razón de ser. Los tres. El mayor, Jorge Andrés (45), tuvo un problema de estrechez de la arteria pulmonar y tuvimos que operarlo de muy chiquitito. Por eso no quise embarazarme de nuevo hasta que estuviera bien. Luego tuve al Nico (40) y más tarde a Stefano (31). La vida ha hecho que Jorge Andrés haya vuelto a mi lado. Hace tres años se vino a vivir de nuevo conmigo. Me acompaña en este período. Más cuando vienen también mis nietos. Alessandra (10) y Matías (7).

-Al final, la familia es lo que queda en circunstancias como las actuales.

-Claro. Ahora y siempre mi familia es mi máxima preocupación.

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