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"Fatiga pandémica" explica por qué la gente burla las restricciones sanitarias

Fiestas clandestinas o privadas, gente que usa las mascarillas como bufandas, veraneantes que repletan playas o cámpings, conductores removiendo cercos para burlar un control sanitario, filas con compradores que creen que dos metros de separación son en realidad 20 centímetros.

Al mundo le cuesta cada vez más cumplir las normas básicas para controlar el contagio del nuevo coronavirus y la causa sería la "fatiga pandémica" o el hartazgo de meses de incertidumbre y de restricciones. "La fatiga pandémica reportada por los países se expresa a través de un número creciente de personas que no siguen suficientemente las recomendaciones y las restricciones, decreciendo sus esfuerzos para mantenerse informados acerca de la pandemia y teniendo una más baja percepción de riesgo relacionado con el Covid-19", dice la Organización Mundial de la Salud (OMS) en un documento publicado el 2020.

Sus consecuencias podrían ser gravísimas, porque la aparición de las vacunas es todavía incipiente y las medidas sanitarias siguen siendo la única forma de prevención. "Debido a la fatiga pandémica y a la apatía pública hacia diferentes intervenciones no farmacéuticas, la segunda ola de Covid-19 podría traer terribles desastres", asegura un estudio, aún no sometido a revisión, de investigadores de la Universidad de Ingeniería y Tecnología de Dhaka, en Bangladesh.

"En crisis sanitarias muy prolongadas, algunos grupos de la población empiezan a bajar el interés o la motivación por seguir las reglas. Primero las que tienen que ver con salir del lugar donde uno vive y luego las que tienen que ver con el uso de la mascarilla, el alcohol gel o seguir las flechitas en los lugares públicos", cuenta la sicóloga Olga Toro, jefa del Programa de Salud Mental de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile.

Explica que no puede decirse en qué grupos sociales es más común esta desobediencia civil, porque la sensibilidad por lo colectivo, la preocupación por los demás, no tiene que ver con el nivel educacional de las personas.

No sólo influyen factores sicológicos o individuales. "A mayores niveles de desconfianza en las instituciones y en las autoridades, a mayores niveles de cambios en las medidas públicas, mientras más discusión acerca de si las medidas son o no las adecuadas, si hay una gobernanza más confrontacional de la epidemia, pareciera que entonces la población empieza a decir bueno, quien se va a cuidar soy yo y yo sé cuáles son los riesgos que tengo y cuáles no", cuenta.

Javiera Libuy, siquiatra de la Red de Salud UC Christus, también cree en el hartazgo y agrega otro antecedente: "Hay un factor que es ver que todo el resto lo está haciendo. ¿Por qué yo no? ¿Por qué yo no me puedo conseguir un permiso o por qué no puedo pasar a llevar la reglas también?". Cree que el hartazgo pesa más que la seducción de lo prohibido.

"La forma que ha tenido la autoridad sanitaria de mostrar que esto es grave no ha sido muy consistente tampoco", explica.

"Puedes agregar pasos extra a tu rutina por unos pocos días, pero el cambio sostenido de comportamiento es difícil", dice Carisa Parrish, profesora de siquiatría y ciencias del comportamiento de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, en un artículo publicado por el sitio en Internet de esa universidad.

Sugiere unos consejos para hacer que las medidas restrictivas sean más fáciles de llevar. Uno de ellos es usar historias para entender los riesgos y las consecuencias. "Lea una historia sobre alguien que ha pasado por Covid-1 9, para que se convierta en algo personal para usted", sugiere.

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