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Doris Araya cuenta cómo sobrevivió al aluvión en el Cajón del Maipo

A Doris Araya (47) la persigue la mala suerte. O eso, al menos, siente con tanta desgracia ocurrida en su vida entre el año pasado y lo que va de este 2021. Su casa, ubicada en la entrada del sector El Melocotón en San José de Maipo, fue una de las más afectadas por el aluvión del sábado en la noche.

"La lluvia comenzó la noche de este viernes, pero no pasó nada, con los vecinos estábamos tranquilos. Ayer sábado, a eso de las cuatro de la tarde, me iba a sentar a comer y escuché un estruendo. Por el puente que está cerca vi que venía un aluvión. Sólo atiné a buscar a mis dos mascotas", recuerda Doris. "Luego, por la noche, vino el aluvión más grande. Arranqué por una ventana y subí al techo de la casa de mi vecina. Todo se movía. Ese ruido jamás se me olvidará, pensé que me iba a volar".

Doris dice que sintió mucho miedo, pero que se aferró al amor por su hogar. Cuando sintió que todo se había calmado, se bajó del techo. Estaba todo inundado. "Vivo hace 36 años en este lugar y jamás las lluvias habían provocado este nivel de daño. De hecho, a este sector le decíamos el gigante dormido , porque era el único estero que no se había inundado", cuenta.

A pesar de que en su hogar las pérdidas son totales, ya que el barro llegó casi a un metro de altura, Doris se rehúsa a ser evacuada. "Quiero quedarme y limpiar mi hogar. Aquí está el recuerdo de mis hijos, ambos fallecieron el año pasado", dice. "Mi casa tiene un valor agregado que nadie comprende, no la puedo dejar".

La noche de este sábado Doris durmió en un albergue en el cuartel de bomberos de El Melocotón, unos metros más al norte de su casa. Allí se reunieron cientos de habitantes del sector que durante la mañana de este domingo fueron evacuados a otros refugios en San José de Maipo. Sin embargo, apenas pudo, Doris bajó hasta su casa; con la ayuda de diez vecinos, a punta de pala han comenzado a remover escombros y barro.

Entre el ruido de helicópteros que van en ayuda, Doris comenta que eso no es todo. Ella trabaja como maestra de cocina en un restaurante ubicado en San Alfonso, a casi 5 km de su casa. Este domingo le avisaron que, por ahora, están sin trabajo, puesto que el local también se vio muy afectado.

A pesar de que en su vida "llueve sobre mojado", como dice esta cocinera, no pierde la esperanza y la fe. Junto a sus vecinos, quienes les están prestando ayuda, esperan que pronto, al menos, llegue agua. Desde este viernes no hay sistema potable ni eléctrico en el sector.

Y entre medio de todo, el Covid. "Se olvidó el Covid por lo menos. Al menos quienes vivimos acá sabemos que estamos bien, estamos sanos. El aire es puro y nos hemos resguardado harto. Pero ahora...no sabemos qué va a pasar".

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