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Sarika Rodrik

En tiempos de enclaustramiento y pandemia uno puede inferir que el buen vestir dejó de ser relevante. La vida social se terminó, los aforos impidieron los grandes eventos y hasta el Festival de Viña se canceló. Sarika Rodrik, propietaria de la histórica boutique del mismo nombre ubicada en Isidora Goyenechea, no comparte esta idea y tiene buenos argumentos para demostrar que no ha sido así, aunque reconoce cambios importantes.

Rodrik fue pionera en traer ropa de diseñadores destacados a Chile en 1994, "en esos años en Chile no había nada, ninguna marca, algunas multitiendas intentaron copiarme, pero no entendieron nada". En su boutique hay más de 20 marcas de grandes casas de diseño internacional y de creadores como Versace, Alexander McQueen, Jil Sander, Givenchy, Comme des Garçons, Stella McCartney, Mary Katrantzou o Junya Watanabe.

Cuando uno usa livianamente el término alta costura, Sarika Rodrik se detiene y aclara: "La alta costura es una cosa y las marcas son otra. Nosotros vendemos el prêt À porter de lujo. Si alguien quiere alguna prenda de la línea de alta costura es otro tema. Es un pedido personalizado que se demora 120 días en producción y no está en boutique. La alta costura es un trabajo a mano muy elaborado, muy refinado, elaborado en Italia o en Francia".

Esta autoridad del buen vestir nacional, nacida en Turquía, logró notoriedad pública cuando empezó a ser nombre fijo en las galas del Festival de Viña, vistiendo a sus animadores y a destacadas figuras de la televisión como Tonka Tomicic y Soledad Onetto, entre otras. Mientras disfruta de unos días en Nueva York, Sarika Rodrik responde esta entrevista telefónica donde revisa el mundo de la moda en este pandémico 2020.

-¿Cómo afectó a la moda la pandemia?
-De varias formas. En países del tercer mundo como Birmania, Pakistán, India, donde se producía la ropa, quedaron millones de personas sin trabajo.

-¿Fue un año negro para la industria?
-Las marcas de lujo se vieron afectadas al igual que todos los rubros. No porque los ricos no tuvieran plata, fue porque cerraron las tiendas. Internet con suerte era el 5% de tu venta. Lo positivo es que bajó la contaminación.

-¿Por qué bajó la contaminación?
-La industria del fast fashion es de las que más contamina y emite huella de carbono. En eso ha trabajado Stella McCartney, una marca de lujo que está preocupada de ser sustentable en cada etapa de su producción. Con esta pandemia las marcas tomaron conciencia de la fragilidad del ecosistema y activaron un mensaje de la compra con sentido.

-¿Cómo se puede ser sustentable en la industria de la moda?
-Stella McCartney ha desarrollado un mensaje profundo, que llama a pensar qué vamos a comprar y a entender lo que compramos. Los productos tan baratos tienen una mano de obra con sueldos indignos, géneros que contaminan y son tóxicos para el medio ambiente. Es entender que es más sensato optar por prendas de calidad que te van a acompañar por años.

"Yo soy de lápiz y cuaderno"

-¿Internet logró suplir la venta directa?
-Con esta pandemia si fuiste ágil pudiste vender por internet y pasaste del 5% al 25% . Eso implica que en estos meses ocurrió lo que se estimaba iba a ocurrir en siete años.

-¿Ustedes entraron a la venta por internet?
-Yo soy de lápiz y cuaderno. Son mis hijas (Nikole y Sharon Rosenberg) las encargadas de desarrollar esta área. Para tener éxito en internet hay que tener todo un sistema de códigos y otras modernidades. La pandemia nos obligó a subirnos al carro de la tecnología y en eso estamos.

-¿Cambió la moda con la pandemia?
-Hubo algunos cambios, por ejemplo, para la pandemia hubo marcas de lujo que desarrollaron más ropa de casa como buzos, zapatillas y pijamas, tuvieron que reinventarse.

-¿Ustedes vendieron cosas distintas a las habituales?
-Hubo más venta de partes de arriba, imagino que para los zoom.

-¿La pandemia cambió la manera de comprar ropa?
-Creo que el enclaustramiento afectó de diversas formas la manera de vestir, quizás menos tacos, menos vestidos elegantes. Lo importante era sentirse bien, sentirse atractiva.

-¿A pesar de no tener vida social?
-Va más allá de si vas a salir a la calle. Tiene que ver con tu esencia y tu estado de ánimo. Algunos probablemente no se preocuparon, pero muchos mantuvieron sus hábitos, su coquetería.

-¿Qué pasó con los desfiles de moda?
-Los desfiles se hicieron igual, pero sin público y los show room fueron de manera virtual. Es difícil trabajar sin tocar las texturas, pero hay que adaptarse. El mundo sigue, todo pasa y esto también va a pasar.

-¿Las colecciones fueron más tristes con la pandemia?
-Trabajo con grandes creadores, con artistas. Ellos se inspiran y crean belleza. Tienen la suerte de tener empresas y grupos económicos que los apoyan. Desde ese punto de vista, la creación artística no se detuvo y, por lo que he visto hasta ahora, en pandemia los desfiles y las colecciones siguen siendo absolutamente fabulosas y fastuosas porque eso es lo que ellos saben hacen Es como pensar que los arreglos florales en tiempo de pandemia podrían ser más feos o tristes. Eso sí, han incorporado 100 poleras y 20 buzos, algo que no era común antes.

-¿Dejará algún rastro la pandemia en la moda?
-Quizás dejará algún acto creativo, algunos crearon mascarillas.

-¿El cierre de los malls hizo renacer la calle como lugar de compras?
-Yo amo los negocios en las calles y no me resigno a esta cultura de mall, pero veo que funciona. Creo que más que el renacer de la calle, actualmente en Chile vivimos el ocaso de las calles.

-¿Pero la gente podría empezar a preferir las calles al encierro de los malls?
-Parece que las calles en Chile son para las farmacias. Es increíble la cantidad de farmacias. Y para las compraventas de autos que aparecen en todos los barrios y son siempre horrorosas por más que traten de hacerlas lindas. Chile crece sin ninguna planificación urbana.

-Sus hijas abrieron una tienda en el distrito del lujo del mall Parque Arauco, que es abierto. ¿No les gustaba el encierro?
-Las niñas decidieron abrir el local en la parte abierta, porque es el sector del mall donde están las marcas de lujo masivo, y es un sector que tiene más que ver con mi universo.

"En mi boutique..."

-Usted abrió su boutique en 1994. ¿Cómo fue esa experiencia?
-Yo traje las primeras marcas de lujo a Chile. Fue todo un impacto. No sólo por las marcas sino por la experiencia que se vive en mi tienda. En mi boutique logramos crear un ambiente y un servicio únicos.

-¿Había competencia?
-En esos años en Chile no había nada, ninguna marca, y algunas multitiendas intentaron copiarme, pero no entendieron nada.

-¿Cuáles considera que fueron los mejores años de la alta costura en Chile?
-Indudablemente los años de Rubén Campos fueron muy importantes. El hizo alta costura, alta costura de verdad. Todavía no hay ninguno que le llegue a los talones. Quizás Octavio Pizarro, pero no vive en Chile.

-¿Qué es alta costura?
-La alta costura es una cosa y las marcas son otra. Nosotros vendemos el prêt À porter de lujo. Si alguien quiere alguna prenda de la línea de alta costura es otro tema. Es un pedido personalizado que se demora 120 días en producción y no está en boutique. La alta costura es un trabajo a mano muy elaborado, muy refinado, elaborado en Italia o en Francia. Con una mano de obra muy especializada y cara. Nosotros vendemos prêt À porter de lujo. Ready to wear (listo para vestir).

-Usted también tiene ropa para hombres. ¿Son buenos clientes?
-Creo que los hombres y las mujeres son seres humanos bastante parecidos. Algunos compran mucho y les encanta la ropa y la moda. Igual que a las mujeres, a algunas les encanta y andan siempre lindas, mientras que a otras no les importa y son siempre unos bodrios.

-¿Cómo es la nueva generación en términos de moda?
-La nueva generación es salvaje iLa amo! Viven el hoy sin pensar en mañana. ¡Son muy jóvenes! Saben mucho de fashion . Van al mall. Conocen todas las marcas de lujo y ultra lujo. Consumen comida, entretención, droga, copete y lujo. Consumen todo menos educación y cultura. ¿Pero eso es ser joven y libre o no?

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