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La historia del venezolano que quedó grave tras rescatar a tres perros de un incendio

Nuris Vivas cuenta que no los despertó ni el olor a humo ni los gritos de la gente, sino una vecina que golpeó la puerta de su departamento por equivocación, pensando que era el de la delegada del edificio.

Miró su reloj y supo que eran pasadas las 23 horas. El que abrió la puerta fue su pareja, Franyen Ron, de 20 años, un venezolano que lleva poco más de un año en Chile. La vecina les contó que un departamento del tercer piso se estaba incendiando y que podía propagarse al resto del edificio, ubicado en Diagonal Cervantes con Esmeralda, a pasos de la Plaza de Armas de Santiago.

"Franyen ni siquiera dijo algo. Se puso short y polera y partió corriendo al tercer piso. Nosotros vivimos en el segundo y por el lado opuesto de donde se produjo el incendio. No había forma que las llamas llegaran para nuestro lado. En la escalera se topó con toda la gente que venía bajando; pero él no, él subió a ayudar", cuenta Nuris.

"En el tercer piso la situación era caótica", cuenta Lázaro, un cubano que vive a dos departamentos del lugar donde se produjo la emergencia. "Yo me enteré de lo que pasaba por los gritos de un vecino del edificio de enfrente. Salí y vi que del departamento de al lado salía mucho humo y las llamas sobresalían por arriba. Yo tenía miedo de que el fuego se expandiera a mi departamento, así que hice lo posible para controlarlo. Pero antes de hacer cualquier cosa, tuve el cuidado de taparme la boca y la nariz amarrándome una polera. Trabajo de enfermero en un consultorio y sé que hay que cuidarse las vías respiratorias. Pero este joven que estaba al lado mío y que no recuerdo cómo se llamaba... ¿Franyen, me dices que se llama? Bueno, Franyen no se puso nada".

Lázaro cuenta que en total fueron cuatro los vecinos que intentaron controlar el fuego, entre ellos Franyen. En algún momento, dice, alguien creyó escuchar el ladrido de unos perros al otro lado de la puerta, así que intentaron derribarla a patadas.

"Cuando la abrimos, vimos tres perros que no se movían de lo asustados que estaban. Los sacamos. Nos asomamos un poco adentro y vimos que estaba ya todo quemado. No se veía nada, salvo las llamas. Lo que hicimos entonces fue buscar todos los extintores del edificio, del primero al cuarto piso, y los vaciamos en el departamento. Una vecina además nos pasaba baldes llenos con agua y nosotros los arrojábamos adentro".

Los bomberos llegaron como a los 20 minutos. Franyen bajó al primer piso y se encontró con Nuris.

"Después de unos dos o tres minutos, Franyen empezó a toser, a botar flemas", cuenta su pareja. "Después empezó a ponerse morado: la cara, los labios... Y los ojos se le pusieron muy rojos. Les pedí ayuda a los bomberos que lo tendieron en una camilla y le pusieron un tanque de oxígeno. Llamamos una ambulancia, pero nunca llegó. Cuando se agotó el oxígeno, Carabineros decidió llevarlo en una patrulla a la Posta Central".

Son pasadas las cinco de la tarde del jueves y Nuris espera fuera de la Posta Central a que le den noticias de Franyen. La madrugada del miércoles, los doctores le dijeron que su pareja debió ser intubado y puesto en coma inducido, porque sus vías respiratorias se habían dañado severamente. Y mientras espera, Nuris ha recibido un sinnúmero de saludos de gente que ni conoce.

"Me piden que cuando despierte, le mande a Franyen felicitaciones de su parte por lo que hizo, por rescatar a esos animales y por ayudar a la gente tan desinteresadamente", dice Nuris. "Franyen es así: ayuda a los demás sin pensarlo mucho, sin medir consecuencias".

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