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La primera vez que el agrónomo y muralista Joaquín Moure bajó al río Mapocho fue en agosto del año pasado. Iba pedaleando por una ciclovía, cuando a la altura del puente Lo Curro, en Vitacura, se fijó en lo transparente que estaba el cauce. Por un acceso de tierra descendió al lecho, se sacó las zapatillas y tocó el agua con los pies olvidado todos los prejuicios que tenía. Mientras caminaba vio algo que casi lo hizo caer de la impresión.

"Moví unas piedras del fondo y aparecieron siete bagres. Son unos peces de color café que miden menos de cinco centímetros", dice.

Bajar al río se le hizo un hábito. En cada paseo se topaba con nueva vegetación. Evidenciar ese ecosistema lo motivó a crear "Mapocho Vivo", en Instagram para mostrar áreas del río llenas de flora y fauna nativa.

Vitacura, Lo Barnechea y el sector del Parque Bicentenario, justo antes del tramo pavimentado desde Providencia hacia el poniente, son los lugares que visita. Entre sus mayores hallazgos están una pareja de patos jergones y una pancora de río, que es un cangrejo con forma de camarón grande, declarada extinta en el Mapocho el año 1998. "Tenía un color entre plateado y azul gastado, muy bonita", dice.

Encuanto a la flora, el agrónomo destaca la presencia de romerillo y varias especies de baccharis, arbustos que tienen la cualidad de mejorar los suelos.

"También está la ortiga cabayuna (flores), el tabaquillo, la flor de gallo, el pichi romero, el natre. Hay muchas especies nativas que están volviendo a su origen. He encontrado más de 40 especies de flora y 40 de fauna. Hacia Melipilla y Talagante, por ejemplo, el cause se ensancha bastante, convirtiéndolo en un humedal".

Aniversario

Antes era común que las personas que circulaban cerca del río Mapocho arrugaran la nariz. ¿La razón? Asco. Durante décadas, el cauce del Mapocho fue receptor de las aguas servidas de toda la zona nororiente de Santiago. Por cada segundo se descargaban entre 3 a 5 metros cúbicos de aguas residuales.

Eso cambió cuando se puso en marcha el Mapocho Urbano Limpio, proyecto que puso fin al escurrimiento de las aguas servidas en el río, y que este mes cumple 1 0 años desde su inauguración.

Cristian Schwerter, gerente de ingeniería de Aguas Andinas, explica que este megaplan incluye un ducto colector que intercepta 21 descargas de aguas servidas. "Comienza en la que era la Rotonda Pérez Zujovich y de ahí va paralelo al río hasta llegar a Vespucio con la Costanera Norte, hacia la planta La Farfana. Tiene 28 kilómetros y se construyó mayoritariamente en túnel, con una profundidad variable, entre 4 a 12 metros".

Entre los grandes cambios que generó esta obra, que tuvo un costo de 1.200 millones de dólares, fue la descontaminación de los canales de regadío, la disminución en el contagio de enfermedades como la diarrea y la hepatitis por el riego de frutas y hortalizas, el aumento de la biodiversidad y la eliminación de los malos olores.

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