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Juvenal abuelo

A los 10 minutos de iniciar esta entrevista, Juvenal Olmos (58) confiesa algo muy humano al otro lado del teléfono.

"Estoy ansioso por revisar los mensajes de WhatsApp, puede que me estén avisando que ya nació Lincoyán", dice.

Porque Lincoyán, esa persona que en cualquier momento aparece desde el vientre de su hija Valentina (33), le cambió el eje de la vida, confiesa tras chequear el celular.

"No lo podré ver, sólo a dos días de nacer, cuando salga de la clínica", dice, porque así son las normas sanitarias de partos. "En tiempos de cuarentena, entra la embarazada, el padre de la guagua, les hacen un PCR y ellos quedan internados en la clínica", agrega sobre Valentina y su esposo Andrés Capot (33).

-Qué me dice. Pasará de Perro Verde a Abuelo Verde.
-Jajajá. 

También ríe de puro nervioso Juvenal Olmos, ex futbolista, ex DT y hoy comentarista en el CDF. Dice que está preparadísimo para ser abuelo y que bromea con la llegada de Lincoyán, incluso como en la foto, donde le da la mano a un chaleco que su señora, Verónica, le tejió al jovencito que está por nacer. "Esperando el relleno", dice. "Lo espero y mucho. Me lo imagino", agrega.

-¿Qué piensa al ver a su hija a punto de ser mamá?
-Ella ha tenido un cambio tremendo. La Navidad fue maravillosa, se vino a sentar conmigo, a conversar conmigo y me empecé a acordar de mi mamá, porque me empezó a hacer cariño. No fui un papá ideal, por mi profesión, mis viajes, me alejaba emocionalmente. Y ahora veo a mi hija y es una mujer súper dulce, son momentos emocionalmente súper potentes. Creo que cuando un niño llega a una familia, todos los roles cambian, se mueven y yo hasta hoy siempre había sido el centro de mi familia.

-¿Usted?
-Sí, desde siempre, que jugador, entrenador y de pronto empiezo a observar que este ser empieza a cambiar roles, que uno los acepta contento.

-¿Cuáles roles?
-Mi mamá va a ser bisabuela. Me adora, pero noto que ella en sus palabras está esperándolo. Y su nombre es genial, Lincoyán. Mi hija me explicó que era un toqui mapuche y dije bueno, le van a decir Linco. Ellos han tenido la astucia de ir preparando cosas que yo no sabía que se preparaban. Su pieza está pintada con un mural que hizo la Valentina y la Vero es primera vez que teje y ha hecho como diez chalecos.

-Su mamá espera a Linco, Verónica teje. ¿Y cuál es su nuevo rol, Juvenal?
-¿Sabes qué nos pasó? Reiniciamos una relación. No es que haya estado rota ni nos hayamos peleado, es que miré a mi hija y ya no tengo que relacionarme con ella de papá a niña, sino que una persona adulta que está viviendo la misma experiencia que viví, que será madre. Eso me nutre.

-¿Siente el peso de que será abuelo? ¿Qué ve al mirarse al espejo?
-Este período de mi vida lo he tomado fuerte para no perderme en mis intereses ni en mis impulsos, no quiero equivocarme. Con la cuarentena, en casa, focalicé mi pensamiento y trato de tomar decisiones honestas conmigo. Ser abuelo me pilla en un momento tranquilo, robusto, estable, no me vuelvo loco con nada, sí hago alegre las cosas. Yo recuerdo a mi papá en este rol.

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