A Ernesto Belloni (64) los deportivos lo obsesionan desde pequeño. Recuerda que creció en el barrio de la Plaza Brasil y se entretenía mirando pasar los autos. Con el tiempo, su hobby se fue acrecentando: coleccionaba revistas -le interesaba saber sobre piques, motores y aceleraciones- y le resultaba todo un panorama ver carreras.
Aunque el primer auto que el comediante se compró, más o menos en 1975, estaba bien alejado de ser un deportivo o convertible. Era un BMW Isetta de 1961, conocido en Chile como "Huevito", con un motor de 500 centímetros cúbicos. Para comprarlo, trabajaba como Viejo Pascuero, labor que por esos años era bastante demandada. "Me llamaban a domicilio para entregar los juguetes a los niños, eran 10 a 12 por día. Me ponía cojines en la guata, lo que hoy no sería necesario", admite.
Recuerda que subía a entre cuatro y cinco al auto y que, si se quedaba en pana, sencillamente lo volteaba y lo arreglaba. "Con una mano quedaba de lado", dice. Luego tuvo un Mini Cooper, un Fiat 125 y por ahí por 1982 recién pudo acceder a su primer convertible.
"Fue un Chevrolet Camaro del año 1981. Yo trabajaba en la Compañía Chilena de Tabacos y me echaron. Con el desahucio -que es lo que ahora llamamos el finiquito, se me cae el carné-, me lo compré", cuenta. Aunque sólo alcanzó a tenerlo un par de años antes de venderlo.
"No era buen momento para la economía del país, estaba toda la crisis económica de ese año. Y este auto tenía un motor V8, muy gastador: te chupaba hasta los calcetines", comenta el humorista.
Pasaron un par de décadas y, con el Che Copete ya en el peak de su popularidad, pudo comprarse otro deportivo. Era un Mercedes Benz CLK 240 del año 1991, color rojo, que adquirió en 2005. Pero no lo dejó satisfecho. "Era muy lindo en estética, pero no tenía un gran motor: era solo de 2.4 litros y no picaba mucho. Me faltaba".
Después de todos esos autos, que fueron y vinieron como grandes amores, en 2010 llegó a su match actual: un Chevrolet Corvette Sport, con motor 6.3 litros y cero kilómetros en su momento.
Se lo compró a un importador directo de Estados Unidos, para que le llegara a su pinta.
"Yo quería uno nuevo. En color negro, que no estaba en Chile, y otros detalles importantes que acá tampoco encontré, como que todas las insignias del Corvette estuvieran en el respaldo de los asientos, cosa que en Chile venía tapizada", relata. Le costó 100.000 dólares, dice, monto quer era cerca del 15% más barato que si lo hubiera comprado aquí. "Un concesionario siempre te cobra la colita", afirma.
Está enamorado del Corvette y de su fuerza. "Tiene un motor de 460 caballos, de mucha potencia. Le sacas los 100 km/hora en 4,5 segundos; hoy, los deportivos más veloces hacen los 100 km/hora en 3,8 0 3,5 segundos", dice el humorista, que está actualmente en "Belloni Late Show", programa que se transmite los sábados a las 22:00 horas por Telecanal.
-¿Por qué quería tener un deportivo negro?
-Tengo una debilidad por el color negro. Antes no se usaba mucho este tono, porque se confundían con los taxis. Mira, cuando les compré autos a mis hijos, siempre fueron negros y ellos me decían que no les gustaba. Yo les contestaba que era el único color que había, jaja.
-Pero a los autos negros cuesta mantenerlos limpios.
-Tienen su detallito, pero cuando están limpios se ven maravillosos. Yo creo que a todos los autos se les nota el polvo al segundo día que lo lavas. En Santiago hay mucho polvo en suspensión.
-¿Lo cuida mucho?
-No se lo presto a nadie, ni a mis hijos, ni a nadie que me lo pida. Hay amigos que me me dicen que quieren dar una vuelta para ver si se compran y yo les digo que se lo compren, pero el mío no lo paso.
-¿Por qué es tan quisquilloso con eso?
-Son autos difíciles de manejar, no es lo mismo que subirse a un vehículo japonés. Tiene un motor muy potente, cuesta frenarlo, es muy duro y tiene una dirección muy sensible. No cualquier persona puede subirse a él y manejarlo. Hay que tener autocontrol, porque es muy tentador pisar el acelerador. Hay que saber medir las distancias, sobre todo de frenado.
-¿Donde lo pica?
-Me gusta correr solo cuando estoy en la carretera o salgo de un semáforo rápido, pero no hago carreras ni nada.
-¿Prefiere los deportivos clásicos o más modernos?
-En un momento me gustó más el clásico, pero hoy con toda la tecnología existente -y como me gusta la velocidad- me inclino por lo moderno. Antes, todo era la gasolina, el carburador y la chispa, pero hoy todo es inyección electrónica. La bencina se gasta lo justo y todo anda más eficiente.
-Ya lo tiene diez años. ¿Piensa cambiarlo?
-Es muy difícil que yo lo cambie; si no hubiera habido pandemia, quizás me habría podido cambiar a un Lamborghini, pero hoy lo veo imposible.