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Cómo la técnica de vapor de agua en la próstata cambió la vida de 2 pacientes

La próstata de Rodrigo Soto, de 46 años, creció tanto que lo diagnosticaron hace seis años con hiperplasia prostática benigna. Aquella condición, dice, hizo que el espacio por donde pasa la orina en la uretra se redujera hasta provocarle los molestos problemas para ir al baño que tuvo hasta hace dos semanas, fecha en que fue intervenido en la Clínica Las Condes con una novedosa técnica que utiliza vapor de agua para reducir el tamaño de la próstata.

"Iba muchas veces al baño y orinaba muy poco. En la noche, que era cuando más me complicaba, llegué a ir hasta cinco veces en invierno. Me levantaba, iba al baño y tenía que estar allí durante veinte minutos, más o menos, porque no salía. Finalmente lo lograba, pero quedaba con la sensación de querer ir más al baño, pero no podía. No descansaba en las noches, mi calidad de vida era muy mala. Si me relajaba un poco en el día, me quedaba dormido", recuerda.

Para Carlos Fuentes, ingeniero comercial de 52 años, quien también fue intervenido con la técnica de vapor de agua, lo más tedioso eran las reuniones en las que sabía que no podía tomar más de dos tazas de café.

"Ni hablar de hacer un viaje en avión. No tenía que tomar nada antes ni durante el vuelo porque a veces los baños están muy ocupados o te toca un asiento lejos o en la ventana. Esos asuntos que suenan anecdóticos son complicados en la vida de alguien con hiperplasia prostática benigna", describe el ingeniero comercial.

Rodrigo Soto fue operado por el urólogo Juan Fulla hace dos semanas. Los cambios los comenzó a notar dos días atrás. "Sale más continuo el chorro de orina, antes era siempre cortado. Ahora voy al baño y salgo, no demoro en intentar. Anoche, por ejemplo, fui como a las dos de la mañana y después cuando me levanté. Es un avance espectacular", celebra Soto, quien podrá ver los resultados finales de la intervención en tres meses más.

La técnica del vapor de agua consiste en introducir por el conducto urinario una cámara de cuatro milímetros de diámetro que tiene una pequeña aguja que se incrusta en diferentes zonas de la próstata. Por allí sale vapor de agua a una temperatura un poco superior a los 100 grados Celsius. Como la próstata está a 37 grados Celsius, el vapor de agua se condensa. Ese proceso libera tanta energía que termina por subir la temperatura de la próstata a 70 grados Celsius.

"A esa temperatura ninguna célula sobrevive. Gracias a ese proceso mueren las células que obstruyen la uretra prostática y que impiden orinar bien. Quienes son candidatos a esta técnica son las personas que tienen un crecimiento benigno de la próstata y quieren dejar de tomar medicamentos y todos, quienes por su condición médica, tienen mucho riesgo de someterlos a la anestesia", explica Fulla, quien también es urólogo en el Hospital Clínico San Borja Arriarán.

Carlos Fuentes cumplió diez días de la intervención. "A las seis y media me levante, oriné y ya es el mediodía y no he ido al baño. Esa es mi primera señal positiva, haber ido solo una vez al baño y estar tranquilo trabajando. No quiero ser tan ansioso y poner tanta presión al resultado", destaca.

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