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Capitán del Cabo de Hornos cuenta cómo encontraron al ARA San Juan

El capitán de navío César Miranda recuerda que la orden la recibió a mediados de noviembre de 2017, cuando iban camino a Puerto Montt después de cumplir una misión de 30 días por los mares del sur.

La nueva misión del buque Cabo de Hornos era dirigirse a Punta Arenas, reabastecerse, y partir enseguida al Atlántico para sumarse a la búsqueda de un submarino argentino que se había extraviado en alta mar, el ARA San Juan.

En el trayecto, el entonces comandante del buque científico chileno recopiló más datos de la misión por fuentes abiertas. El capitán supo que en el ARA San Juan navegaban 44 tripulantes y que la última señal que dio fue a las 7:30 horas del miércoles 1 5 de noviembre, a unos 500 km de la costa.

"Llegamos a Punta Arenas de madrugada y, junto con reabastecernos, subió personal especializado del Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada, portando computadores y softwares que serían vitales en la búsqueda", cuenta Miranda.

El capitán dice que al área de búsqueda debieron llegar, como máximo, unos cinco días después de la desaparición del submarino. "La zona de búsqueda estaba subdividida en áreas; a cada nave que llegaba le asignaban un área y después nos iban rotando", explica.

Como al cuarto o quinto día de búsqueda, Miranda dice que encontraron "algo".

Dos ecosondas y un sonar

"Aquí hay que explicar lo que diferenciaba al Cabo de Hornos del resto de las naves que estaban participando en la búsqueda", dice. "Los buques de guerra -las fragatas, los acorazados- tienen sensores, pero más que nada para detectar submarinos en movimiento. El Cabo de Hornos, en cambio, es un buque científico y, sin ánimo de presumir, para esa fecha debía estar entre las diez naves con la más alta tecnología en sensores del mundo".

El capitán explica que en el buque existe un sinfín de aparatos tecnológicos, pero los que fueron clave en la búsqueda, fueron tres (detalles en infografía de la pág. 4):

EM 122. Ecosonda multihaz de alta profundidad, capaz de crear imágenes del fondo marino en alta resolución. "Esta tecnología emite una señal que rebota y lo hace con un multihaz; es decir, no emite solo una señal, sino que muchas en forma de cono, lo que le permite hacer un barrido en un amplio espectro", explica Miranda.

SBP-120. Perfilador de fondo sub-superflcial, ecosonda capaz de penetrar el sedimento blando del fondo marino y detectar objetos enterrados hasta 1 00 metros bajo el lecho.

SH 90 Simrad. Sonar de pesca capaz de detectar cardúmenes hasta 2.000 metros de profundidad. Este aparato emite ondas de sonido bajo el mar y recibe de vuelta ruidos. "Cuando detecta cardúmenes, se escuchan como cientos de martillos sonando. Pero también es capaz de detectar otros sonidos, como el que producen los metales cuando las ondas chocan con ellas", dice Miranda.

De hecho, ese "algo" que descubrió el equipo comandado por Miranda fue precisamente un sonido de metal detectado por el SH 90 Simrad: calcularon que podría estar a 940 metros de profundidad. "Podía ser un container o restos de un naufragio antiguo, pero había que salir de dudas".

El capitán Miranda explica que entonces acotaron la búsqueda para realizar múltiples barridos sobre el punto donde provenía la señal con todos los sensores activados. "Navegamos sobre el punto de norte a sur, de este a oeste y en las diagonales, tanto de ida como de vuelta. Pasamos por lo menos ocho veces sobre el lugar", explica. "Luego, toda la información obtenida la incorporamos al software que trajeron los miembros del Servicio Hidrográfico, que hizo un modelamiento en tres dimensiones del objeto".

¿Qué se veía? El capitán Medina siempre lo tuvo claro.

Un tubo y una protuberancia

"La imagen no era definida, porque se trata de una modelación en grueso. Pero lo que se veía era una imagen tubular con una protuberancia arriba. Hemos encontrado varias cosas metálicas en el fondo marino, pero esta imagen era muy distinta. Yo, en mi fuero interno, tuve la convicción, aunque no la certeza completa, de que se trataba del submarino. Por las dimensiones y la forma de tubo".

El capitán Miranda elaboró un informe lo más completo posible, con todas las imágenes obtenidas, y un comentario que indicaba que era altamente probable que ese objeto encontrado fuera el ARA San Juan. Lo envió al comando central a cargo de oficiales argentinos.

Pero pasaron los días y el Cabo de Hornos siguió buscando. En total estuvo 23 días en la rebusca hasta que a su capitán le ordenaron que debía regresar a Chile. Pocos días después, la búsqueda del submarino se suspendió por falta de resultados.

Un año después, el Seabed Constructor, de la empresa británica Ocean Infinity, encontró el ARA San Juan. Estaba a 907 metros de profundidad y en un punto que al capitán Miranda, ya en retiro, le pareció muy cercano al lugar indicado por el Cabo de Hornos.

Entre medio, la justicia argentina inició una investigación para determinar posibles responsabilidades penales en el hundimiento del submarino. Una de las personas que fueron citadas a declarar fue el contralmirante en retiro Enrique López Mazzeo, quien dijo algo sorprendente: que la ubicación del ARA San Juan había sido detectado en realidad por el Cabo de Hornos un año antes que el Seabed Constructor, y que ese hallazgo no había sido chequeado porque ya habían dado por terminada la búsqueda.

"No tengo explicación de lo que pasó", dice el capitán Miranda. "Ignoro qué pasó con la información que entregamos y si bajó un robot a chequear el punto que nosotros indicamos".

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