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Tito Noguera

En siete minutos en auto llega por Bilbao al Parque Intercomunal de La Reina. Una vez dentro, Héctor Tito Noguera camina durante una hora mirando los árboles. Toma una pausa para hacer ejercicios de respiración y también fortalece brazos, cuello y piernas basándose en la rutina que le envía cada lunes su entrenador, Gonzalo Morales.

"Voy cinco días a la semana, soy bien estricto, pero todo es conforme a mi carnet", dice a sus 83 años y tras un accidente a caballo en 2016, que lo tuvo con cuello ortopédico por seis meses, y de una cirugía al corazón el año pasado, por una estenosis aórtica.

Ni siquiera el confinamiento detuvo su energía. Fue uno de los primeros actores en adaptarse a Zoom cuando formó parte del elenco de "Historias de cuarentena", de Mega. Después colaboró en la serie "Cami & Mati" y protagonizó tres obras: "Epicedio", "Hola papá, ¿qué pasa?" (este viernes, a las 20:30) y "Hola papá, ¿cómo estás?, función que organiza Fundación Teatro a Mil este sábado, a las 19 horas.

"Utilizo mucho el Zoom, porque además hago charlas y clases de oratoria y de comprensión de textos por el Teatro Camino. Estamos explotando esta plataforma. Gracias a ella tenemos alumnos de Punta Arenas, Chiloé, Iquique, Arica, España, México, Argentina", cuenta.

-¿Las rutinas de ejercicios las hace para actuar?
-Las hago para actuar y para la vida. No soy sedentario por carácter. Seria muy duro para mí no poder moverme. Por suerte lo puedo hacer. Ya que me libré del accidente en que pude haber quedado inmóvil, con mayor razón me preocupo.

-¿Tiene secuelas por el accidente y la cirugía?
-Cuando has tenido accidentes graves o cirugías no eres el mismo. Lógicamente que tienes que poner atención en tu cuerpo. Renuncié a subirme al caballo o andar en bicicleta porque tomé temor. Tirarme cerro abajo en la bicicleta ya no lo hago porque me parece imprudente y como quiero seguir trabajando en lo mío me tengo que cuidar. Por la válvula (en el corazón) no puedo pensar en trotar en subida porque me canso, entonces camino. Tuve una gran lección a los 65 años. Una vez iba trotando y un niño le dijo a su papá"mira a ese viejito, qué rápido corre". Me di cuenta que no porque corriera rápido era joven. Y antes de la pandemia el doctor me dijo que podía ser fatal cualquier infección.

-¿Jubilarse jamás?
-Ah, no. Cómo voy a optar por aburrirme. Sería muy raro. Opción estar en mi casa aburrido, por ningún motivo.

-Es un adulto mayor atípico.
-Parece que sí porque antes del accidente fui a los refugios de las Torres del Paine y uno de los encargados me contó que era el único chileno de mi edad que habían tenido en años. Eso me sorprendió. Cómo podemos ser tan arranados los chilenos.

-También hay sobreprotección.
-Eso es fatal. Eso que a uno se le caiga el lápiz y todos se tiren de guata a recogerlo. A mi edad si no se incita la flexibilidad, se pierde. La atención a los viejos debe ir porque tengamos mayor posibilidad de participar en la sociedad y no de aislarnos. Debiéramos tener muchas más gratuidades en la movilización, en las entradas a los espectáculos y al deporte. Las pensiones son tan bajas que a veces una persona no puede pagar 500 pesos porque le merma su presupuesto y se queda sin salir.

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