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Ingrid Parra se compró un SUV para sus cuatro perros

Ingrid Parra es una mujer de costumbres. Durante los últimos siete años ha comprado su vehículo en la misma concesionaria (Summit Motors), con la misma vendedora y siempre ha sido un Toyota blanco (tuvo un Yaris y un Rush). "Me atienden bien y saben lo que busco", cuenta.

Hace menos de un mes tiene un RAV4 LE año 2021, un SUV 4x2 con motor 2.0. Es el primero con transmisión automática tras décadas conduciendo uno mecánico. "Pensé: pucha que he perdido el tiempo en pasar cambios. Es mucho más cómodo. En Santiago cada vez hay más tacos y con un automático se hace mucho más simple, pero me gustaba la parafernalia de los cambios", comenta la actriz.

La elección del modelo estuvo articulada por una razón central: quería un maletero grande para transportar a sus perros, que son cuatro: Luz Clarita y Pupo Ramón, bulldog franceses, y Draco y Kiara, crestados rodesianos. "Todos mis autos han sido pensando en mis mascotas, son mis guaguas. Lo elegí porque el maletero es enorme, uno tiene que estar cómodo en un auto, pero ellos también", comenta.

El maletero es de 580 litros y alcanza los 1.690 litros con la segunda fila de asientos abatida. "Es uno de los SUV que tiene más espacio de maletero en su segmento. Los clientes que lo compran tienen en promedio 45 años, con familia, y el RAV4 tiene mucho atractivo porque caben más cosas", explica Alejandro Reid, jefe de proyectos de Toyota Chile.

A los perros más chicos, Ingrid los lleva en una caja de seguridad grande que va en el maletero. "Si voy al veterinario, que queda a tres cuadras, los llevo de copilotos". ¿Los perros grandes? "Van sueltos, no hay una caja de seguridad tan grande", dice. ¿Los cuatro perros al mismo tiempo en su auto? "No, los chicos retan mucho a los grandes, se creen dueños de todo. Es muy ridículo", admite.

-¿Se portan bien?
-Súper bien, cuando uno les dice vamos van al auto, lo entienden perfecto y saltan solos arriba, les encanta. Son igual que los cabros chicos: se quedan dormidos altiro. Es que viajan en una caja grande, que me ocupa la mitad del maletero.


-¿Y cómo lo hace con los pelos?
-Es lo que menos me importa, porque el auto lo mandas a lavar y lo aspiras y los pelos se salen. Mis autos siempre van a tener pelos, es una característica mía, jajá. Pero también tengo una funda especial para cubrir los asientos, por si los llevo ahí. Pero por lo general viajan en el maletero y con caja de seguridad, así que quedan ahí los pelos.

-¿Les habla cuando va manejando?
-Obvio que sí. Si están muy inquietos los reto, y cuando vamos de viaje (con el pololo) les hablamos todo el rato. Por lo general, les pongo música para perritos que hay en Youtube para que se relajen, sobre todo cuando viajamos. Así se quedan dormidos inmediatamente.

-¿Cómo lo hace con el olor? ¿Usa algún spray?
-Compro un gel súper pegote que venden en una tienda del Alto de Las Condes, pero si no lo encuentro siempre está el maravilloso pinito para auto que venden en todos lados, pero tiene que ser negro, que es el más rico.

-¿Y vio hartos autos antes de comprarse este?
-Ninguno. Insisto: siempre me voy a la segura, voy al mismo concesionario y me atiendo con la misma vendedora y sabe perfectamente lo que busco. Como ya me conoce, sabe lo que necesito y me dice: te va a gustar . Lo probamos y listo. De lo único que me preocupo es del precio y que me hagan un buen descuento.

Cómo acostumbrarlos

Gaspar Romo, médico veterinario diplomado en Etología Clínica y bienestar animal y vicepresidente de la Asociación de Etología Clínica Veterinaria de Chile, Asecvech), explica que lo principal para que el perro se comporte bien en el auto es acostumbrarlo desde pequeño a viajar. "Sobre todo durante la etapa de socialización, entre las 3 y 12 semanas de edad, que tengan la experiencia de viajar en auto y lo vean como algo positivo", dice.

Para lograrlo, sugiere descomponer el proceso en pequeños pasos, para que ellos lo incorporen como algo seguro. "Invitarlos a subirse al auto, darles premios ahí, gradualmente hacer recorrido cortos, y bien de a poco, en la medida en que lo toleren, hacer viajes más largos. Lo otro es que el trayecto sea como un predictor de que va a ocurrir algo bueno, quizás terminar llegando a un parque o a jugar con otros perros, que no sea sólo un destino como ir al veterinario", precisa.

En caso de que el perro ya sea mayor, sugiere recurrir a flores de Bach, aromaterapia (para manejar el estrés) o feromonas. "En el peor de los escenarios, si no hay tiempo para trabajar una asociación positiva, se puede recurrir al uso de medicación, pero guiado siempre por un veterinario", afirma.

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