La buena voluntad del periodista, académico y escritor Héctor Velis-Meza, autor de "Breve diccionario de chilenismos", fue la que posibilitó la amistad entre el hombre y el animal rústico. Resulta que él vive hace 10 años en Palmas de Ocoa, frente al Parque Nacional La Campana, en la comuna de Hijuelas, sector que sufrió una intensa sequía a principios de año. Por ello el profesor habilitó maceteros rectangulares como bebederos pensando sobre todo en las aves.
No contó con la astucia de los zorros lugareños, que sin dudarlo acudieron a beber el líquido disponible. "Primero venían zorros más chicos y ellos fueron los que arrastraron a sus padres. Es una familia de cinco zorros culpeo: papá, mamá y tres hijos", cuenta Velis-Meza, quien ha documentado estas visitas en su cuenta de Instagram (@velismeza). Relata que "son muy curiosos y además juguetones". Que lo siguen como perros, pero que trepan cercos y árboles como gatos. Aclara, eso sí, que no los alimenta y que "jamás se me ocurriría tenerlos como mascotas".
Mejor así, asegura Pablo Salah, veterinario y vicepresidente de la Fundación Ñamku, quien advierte que "no hay que tocarlos ni darles comida porque es un tremendo daño a la fauna y los zorros son una especie protegida", recalca.
El médico veterinario especialista en fauna silvestre, Mauricio Fabry, explica que "los culpeo utilizan más los cerros que los valles y se alimentan de pequeños mamíferos, reptiles, aves y roedores. También comen fruta. Pueden caminar decenas de kilómetros en busca de alimento y en general no tienen relación con los humanos porque representan una amenaza para ellos". Además, como precisa Alberto Duarte, gerente de Zoología del Buin Zoo, aunque "no son peligrosos, sí podrían transmitir enfermedades".