Cecilia Bolocco está en Memphis con su hijo Máximo (16 años). Llegaron hace
pocos días "para que él se sometiera al habitual chequeo que tiene que hacerse cada
tres meses. Estamos muy, muy contentos porque todos sus exámenes han salido
buenos", contó la animadora vía Zoom este martes durante "Conversaciones Cáncer
y Covid-19: pandemias cruzadas en Chile", evento organizado por la Escuela de
Periodismo de la Universidad Finis Terrae.
Bolocco fue una de las expositoras del conversatorio moderado por Karen Doggenweiler y en el que también participaron la paciente oncológica Francisca Contreras y la sicóloga Paola San Martín, de la Fundación Arturo López Pérez. "Ha sido el proceso más complejo, devastador y también bello de mi vida, a pesar que pende sobre nuestras cabezas el hecho de que Máximo tiene esta enfermedad crónica", señaló sobre su hijo, que fue sometido a una cirugía el 16 de noviembre del 2018 para extirparle un tumor cerebral. Como el diagnóstico médico fue cáncer grado 4, ambos se instalaron durante el año pasado en Memphis, donde el adolescente se hizo un largo tratamiento en el St Jude Children's Research Hospital.
Cecilia, que a raíz de la enfermedad de su hijo creó la Fundación Nuestros Hijos - para apoyar a otras madres que viven situaciones similares—, contó cómo han vivido la pandemia. "Mi niño ya había terminado su tratamiento, gracias a Dios, pero quedó con las defensas sumamente bajas, entonces era muy peligroso que se contagiara con Covid. Nosotros veníamos de vivir nuestra propia cuarentena. Máximo estuvo durante casi un año (2019) en tratamiento en Estados Unidos. Pasó el 90% de ese año hospitalizado y nosotros vivíamos con mascarillas, lavándonos las manos a cada rato para no exponerlo. Volvimos a Chile el 4 de marzo, él ingresó al colegio a los dos días y el 16 estábamos en cuarentena. Fue como una suerte de extensión a nuestro proceso", respondió la animadora cuando le preguntaron por su confinamiento.
Claro que tuvieron que enfrentar un inconveniente adicional: "Tuve que llevarlo cada tres semanas a la clínica porque Máximo desarrolló una alergia muy grande a un medicamento que le daban justamente para protegerlo de la posibilidad que se contagiara de una neumonía. Tenía que dejarlo hospitalizado por cuatro horas para que le administraran este medicamento a la vena. Pero fue muy llevadero. Hay pacientes que han debido postergar sus quimioterapias y eso ha sido muy duro".
Casi al final, Cecilia emocionó a las más de 90 personas que se conectaron al conversatorio al contar cómo enfrentó la caída del cabello de Máximo. "En su primera radioterapia se le cayó sólo el pelo en la parte de adelante, porque lo irradiaron de manera local. Pero cuando fue sometido al segundo tratamiento (quimioterapia) se le empezó a caer el pelo a mechones y él me dijo que se quería rapar. Yo lloraba y lloraba, me chorreaban las lágrimas (mientras le cortaban el pelo) de verlo quedar peladito. Era un pelado raro, porque su cuero cabelludo tenía partes oscuras y otras color piel. Además, tenía su cicatriz que le cruza toda su cabeza, que estaba recién cosida y se veía muy tosca (...) Cuando llegamos a Chile estaba la imagen de la Virgen de Fátima, fuimos a una misa y él llegó con su gorrito. Cuando llegó el momento de la comunión él se sacó su jockey y yo me emocioné por su gesto de humildad. Toda la iglesia se volcó a mirarlo y él se quedó muy tranquilo", relató la animadora, que antes de este recuerdo había relatado que para distraer a Máximo en el peak de su enfermedad jugaban Rummi Q.
Bolocco fue una de las expositoras del conversatorio moderado por Karen Doggenweiler y en el que también participaron la paciente oncológica Francisca Contreras y la sicóloga Paola San Martín, de la Fundación Arturo López Pérez. "Ha sido el proceso más complejo, devastador y también bello de mi vida, a pesar que pende sobre nuestras cabezas el hecho de que Máximo tiene esta enfermedad crónica", señaló sobre su hijo, que fue sometido a una cirugía el 16 de noviembre del 2018 para extirparle un tumor cerebral. Como el diagnóstico médico fue cáncer grado 4, ambos se instalaron durante el año pasado en Memphis, donde el adolescente se hizo un largo tratamiento en el St Jude Children's Research Hospital.
Cecilia, que a raíz de la enfermedad de su hijo creó la Fundación Nuestros Hijos - para apoyar a otras madres que viven situaciones similares—, contó cómo han vivido la pandemia. "Mi niño ya había terminado su tratamiento, gracias a Dios, pero quedó con las defensas sumamente bajas, entonces era muy peligroso que se contagiara con Covid. Nosotros veníamos de vivir nuestra propia cuarentena. Máximo estuvo durante casi un año (2019) en tratamiento en Estados Unidos. Pasó el 90% de ese año hospitalizado y nosotros vivíamos con mascarillas, lavándonos las manos a cada rato para no exponerlo. Volvimos a Chile el 4 de marzo, él ingresó al colegio a los dos días y el 16 estábamos en cuarentena. Fue como una suerte de extensión a nuestro proceso", respondió la animadora cuando le preguntaron por su confinamiento.
Claro que tuvieron que enfrentar un inconveniente adicional: "Tuve que llevarlo cada tres semanas a la clínica porque Máximo desarrolló una alergia muy grande a un medicamento que le daban justamente para protegerlo de la posibilidad que se contagiara de una neumonía. Tenía que dejarlo hospitalizado por cuatro horas para que le administraran este medicamento a la vena. Pero fue muy llevadero. Hay pacientes que han debido postergar sus quimioterapias y eso ha sido muy duro".
Casi al final, Cecilia emocionó a las más de 90 personas que se conectaron al conversatorio al contar cómo enfrentó la caída del cabello de Máximo. "En su primera radioterapia se le cayó sólo el pelo en la parte de adelante, porque lo irradiaron de manera local. Pero cuando fue sometido al segundo tratamiento (quimioterapia) se le empezó a caer el pelo a mechones y él me dijo que se quería rapar. Yo lloraba y lloraba, me chorreaban las lágrimas (mientras le cortaban el pelo) de verlo quedar peladito. Era un pelado raro, porque su cuero cabelludo tenía partes oscuras y otras color piel. Además, tenía su cicatriz que le cruza toda su cabeza, que estaba recién cosida y se veía muy tosca (...) Cuando llegamos a Chile estaba la imagen de la Virgen de Fátima, fuimos a una misa y él llegó con su gorrito. Cuando llegó el momento de la comunión él se sacó su jockey y yo me emocioné por su gesto de humildad. Toda la iglesia se volcó a mirarlo y él se quedó muy tranquilo", relató la animadora, que antes de este recuerdo había relatado que para distraer a Máximo en el peak de su enfermedad jugaban Rummi Q.