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Lana Jozic enfrenta el cáncer de mama
Lo único que busca Lana Jozic a través de esta entrevista es crear conciencia. Remecer mentes. Movilizar corazones.

Porque ella, que renegaba de ir al doctor porque se sentía siempre sana, joven, blindada, un día dejó de serlo y, de la noche a la mañana, a sus 37 años, le dijeron que tenía cáncer. Cáncer de mama. Así de simple. Y la vida cambió para la hija de Mirko Jozic.

"Mi idea es ayudar a que las mujeres prevengan y no estén en la posición en que estamos muchas. Desafortunadamente, todos somos más inteligentes cuando nos enfermamos", reflexiona Lana desde su casa en Zagreb, Croacia, y se decide a revelar lo que guardaba para sus cercanos y que los hinchas colocolinos intuían a partir de esta fotografía que subió a Instagram.

"Siempre fui cabeza dura y me daba lata ir al doctor para cualquier cosa, decía mañana, mañana, mañana y mañana nunca pasó. Un día, cuando volví a Zagreb desde la costa con mi marido, me estoy sacando la polera y como que sentí algo en mi mama derecha y le dije tengo algo acá y vimos. En una tenía un relieve y en la otra no", recuerda.

Este viernes, Lana se somete a su tercera de cuatro quimioterapias de color rojo, como les llama, porque son las más potentes. Luego tiene doce de menor intensidad.

"Tengo un cáncer a la mama que no es tan agresivo, pero tampoco es el mejor de todos. Los doctores quieren disminuirlo y luego operarlo en unos cinco meses. Lo que pasa que a mí se me fue a la axila, me hizo metástasis un ganglio linfático", dice.

Desde palparse ese poroto, todo pasó rápido. Al día siguiente, una amiga le agendó una hora para un ultrasonido. El doctor le insinuó que veía algo extraño. "Fue un balde de agua fría", apunta, y la mandaron a una biopsia.

-Usted no creía nada.
-Nada. Y así fue, ese mismo día de la Copa Libertadores, el 5 de junio, supe que tenía cáncer. Fue en la tarde, cuando fui a hacerme la biopsia. Y claro que no es una historia linda.

-¿Cómo fue?
-Mira, yo soy una persona fuerte y positiva, pero por el tema del Covid tuve que ir sola a la clínica y esperé sin compañía. Me hicieron la biopsia, el doctor escribió mil cosas que no entendía y no me dijo nada. Me mandó a la casa con un papel lleno de información. Se lo mandé a mi ginecólogo y me llamó para decirme que tenía cáncer.

-¿Qué pensó ahí?
-Ahí me dio miedo. Ese día quedé muy mal.

-Los contrasentidos de la vida. Mientras enfrentaba esta noticia, los hinchas de Colo Colo la felicitaban a usted y a su padre por la hazaña del 91.
-Mucho, mucho. Ya no podía pensar, estuve súper mal, estuve con mi marido y mi prima, que es como mi hermana, y es raro, o sea, es como que no entiendes en ese momento, sientes tanto miedo que primero se me vinieron los pensamientos negros y como que me enterré, no sabía cómo controlarme, no quería saber más, no sabía qué pensar, qué leer, adónde mirar, qué preguntar, con quién hablar.

-Necesitaba ayuda para seguir.
-Sí. Ese viernes los hinchas me escribían y me decían "oye, Lana, hoy es nuestro día" y yo me sentía tan mal porque no podía pensar en eso. Me sentía tan mal que ese mismo día me pasó eso, no un día antes ni un día después, no, en ese mismo día que en mi vida ha significado muchas emociones todos los años. Era un caos. Y mi papá también me hablaba, me decía que estaba en el WhatsApp con los jugadores del 91 escribiéndose mensajes y todo. No le conté.

-Y usted sin poder desahogarse.
-No quería por teléfono. Él estaba en la costa y no quería preocuparlo. Ese fin de semana estuve más tranquila y pensé, ¿cuál es mi siguiente paso? Entonces llegó a verme una amiga y me recomendó ir a la institución de cáncer en Zagreb. Fui el domingo y salí feliz, sonriendo y me estaban esperando una amiga, mi prima y mi marido.

-¿Qué le dijo el doctor que le cambió el ánimo?
-Me explicó como un profesional y ahí entendí que yo no estaba informada y eso provocaba que tuviera pensamientos negros. Me guió. Además, me explicó que el coronavirus es una pandemia de cero por ciento al lado del cáncer de mama en el mundo. Cada día hay más y más y más, y las mujeres jóvenes no se preocupan tanto y eso hay que hablarlo.

-Para educar.
-Son cosas que deben hablarse en el colegio, educar a las niñas que hay un problema global y que cuando cumplas 20, sola tienes que ir a hacerte el examen. A mí tampoco nadie me educó desde niña. Lo que yo quiero es que las mujeres cambien y desde chicas enseñar a nuestras hijas.

-¿Cómo se lo contó a Mirko?
-Dos semanas después decidimos ir a la costa y contárselo en persona. Mi papá es muy importante para mí y me preocupaba su reacción. Le dije y fue súper fuerte para él, pero después de una hora, como vio que le llevé todo para que viera que no le estaba mintiendo, entendió que no era lo peor que me pudo haber pasado.

-¿Le explicó que todo es tratable y de buen pronóstico?
-Sí, se lo expliqué, le dije "mira, yo nunca te voy a mentir". Creo que él, viéndome a mí hoy, está súper bien, está tranquilo, incluso se ríe y me molesta por el pelo, como que jugamos. Me llama y me dice "hola, Yul Brynner". Y como es un actor antiguo, tuve que ir a Google y le dije "ah, no, con esto te ganaste una tarjeta roja" y nos reímos.

-¿Cuál es su sentir hoy?
-No digo que tenemos que pensar que el cáncer no es nada, pero de verdad se puede vivir con él y hay que tratarse. Le pediría a la gente que se trate, si quieren medicina alternativa que la tengan, pero de verdad usen la medicina tradicional, la tecnología. Sé que la quimioterapia es súper fuerte y también te mata tus células buenas, pero de verdad ayuda.

-¿Qué viene en su tratamiento?
-La medicina ha cambiado mucho y los pronósticos son muy buenos. Cuando me dijeron "se te va a caer el pelo", bueno, ningún problema. Es muy importante la cabeza positiva. Estoy súper contenta con mi pelo corto.

-Se ve bella.
-Ya en la segunda quimio se me empezó a caer el pelo. Entonces le dije a mi marido "rápame" y estaba mi hijo chico y me dijo "yo quiero también". Incluso me compré una peluca, pero no la uso, me siento bien así, porque hay que aceptar lo que está pasando.

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