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Enzo Olivera (32), corresponsal del CDF en Europa, se quedó varado en Praga, República Checa, luego de visitar en marzo a la familia de su esposa, la actriz Simona Kyselova (30), para que sus suegros, Jiru Kysela y Suzanna Kyselova, conocieran a Dominika, su pequeña hija de nueve meses.

Después de entrevistar a Mauricio Isla, Andrés Iniesta o a Samuel Eto'o, entre otras figuras, Olivera aprovechó de visitar el estadio Dolicek, donde juega el Bohemians FC, cuyo presidente es el mítico Antonin Panenka, creador de la jugada que lleva su nombre. "Queda cerca de la casa de mis suegros y me encantó el club, me hice fan, me compré la camiseta y he ido a ver sus partidos", contó el sobrino de Washington Olivera, legendario jugador uruguayo que jugó las finales de Copa Libertadores de 1981 y 1982, con el Cobreloa de Vicente Cantatore.

El sábado pasado, el Bohemians perdió 1-0 frente al Sparta Praga, en un partido que se jugó sin público, pero el periodista se fue a dar una vueltecita con la esperanza de ver a los jugadores por una muralla más baja de lo normal.

Quedó triste por el resultado, pero maravillado con la pasión de los hinchas, que se encaramaron en andamios, escaleras y grúas para alentar a su equipo.

"Esas imágenes me recordaron la frase de la película "El secreto de sus ojos": una pasión es una pasión. Bohemians es un club chico, del centro de Praga, y sus hinchas son casi todos abuelos, muy apasionados. Aparte que les gusta más tomar cerveza en el estadio que en sus hogares", explicó.

Olivera habló con uno de ellos: "Preferimos ver el fútbol de nuestro equipo así y no en el sofá de la casa, por televisión. Y, por supuesto que no falte la cerveza". "Los checos son buenos para la cerveza, le dicen agua con vitaminas", subrayó el periodista osornino.

-¿Qué cerveza toman en ese estadio?
-Pienso que pilsner Urquell, porque la venden en el bar del frente. Ellos llevan sus propias botellas y las llenan en el bar. Es la mejor birra, rubia, con un toque amargo. Claramente, a Olivera le gusta la República Checa, incluida su cerveza, pero definitivamente lo que más le encanta es Simona, su esposa, a quien conoció en un bar de Barcelona, mientras ella estudiaba español y él cursaba un master en sport management, en la Universidad Pompeu Fabra (UPF).

-¿Cómo fue el primer encuentro con Simona?
-A Simona la vi en el bar y me enamoré. Me animé a hablarle y me dio su contacto. Luego hice un trabajo de joyería en WhatsApp para que aceptara salir conmigo. En el bar fue todo en inglés, pero me tengo fe. Ella es más alta que yo (1.74 metros/ 1.67metros). Fue tenista. Que sea más alta no me acompleja . Me sube el ego. Yo no soy Brad Pitt, pero tengo lo mío, aparte del verso.

-Claro...
-Cuando la conocí, vivía en un departamento con amigos y colegas italianos y ella en otro lugar con amigas checas. Al año y medio me dijo que si no nos íbamos a vivir juntos ella se devolvería a Praga. Me metió presión. Y yo vivía con los tanos de fiesta en fiesta. Ella me ordenó la vida, me enseñó a ahorrar y ahora pude comprarme mi departamento en Barcelona.

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