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El peor error de un profesor online
Marla Lara cursa 40 año de Medicina Veterinaria en la Universidad Andrés Bello. A un año de terminar su carrera, se vio obligada a adaptarse a las clases online debido a la pandemia que se niega a abandonar el planeta. Y como a muchos otros jóvenes, este sistema le ha generado más que un disgusto.

"Lo peor es la intermitencia de internet y que los profes se demoran una eternidad en dar la retroalimentación. Ya es desmotivante no tener prácticas y, peor, verlos explicando un Power Point toda la hora. Sabemos que para ellos también es difícil, pero las clases son demasiado extensas", lamenta Marla.

Algo similar siente Daniela Torres, estudiante de 20 año de Licenciatura de Estudios internacionales en la Usach: pese a ser una carrera más teórica, sufre similares problemas. "A veces estoy en clase y me empiezo a quedar dormida. De hecho, ha pasado que algunos compañeros efectivamente se han quedado dormidos y cuando el profesor les pregunta no responden. Hay clases muy monótonas; se nota que les dificulta mucho el sistema, pero intentan hacerlo lo mejor posible para que nosotros podamos rendir", valora.

A su juicio, el mayor problema es la carga académica: pese a que el protocolo de su universidad especifica que no se pueden tener más de dos evaluaciones por semana, los docentes les envían lecturas obligatorias en todos los ramos para complementarlas.

"Mejor lo busco en Wikipedia"

Coincide la visión de Ricardo Bosch, estudiante de 20 año de la carrera de Árbitro de Fútbol en el INAF (Instituto Nacional del Fútbol: "Algunos no han sabido adaptarse a la tecnología y sólo leen un PDF. Yo preferiría que lo mandaran para leerlo yo solo. Eso me aburre. Si estoy pagando una carrera y el profesor sólo va a leer un documento, mejor me salgo y lo busco en Wikipedia".

Aunque no todo es malo, subraya: la mayoría de los profesores intenta hacer las clases más entretenidas. "Algunos nos envían videos explicativos para desarrollar ejercicios en casa y queda a conciencia de cada uno realizarlos. Vemos la materia y debatimos; en ese sentido no ha sido tan mala la experiencia", asume.

Menos es más

Expertos en educación a distancia coinciden en que las clases en este formato no debieran ser tan largas. Lo ideal, recalcan, es incentivar la participación de los alumnos aunque estén al otro lado de la pantalla.

"Es un error replicar las clases presenciales y transformarlas en clases online. Tienen que ser más cortas, ya que la concentración no se mantiene de la misma forma. Lo preferible es que se genere un material base de enseñanza donde el alumno pueda ir gestionando parte de su aprendizaje; sobre todo la parte teórica, para que el profesor no tenga que estar pasando el PowerPoint. Efectivamente eso puede llegar a ser un somnífero; es mejor que lo lea antes y llegue a hacer preguntas o aplicar esa materia en un caso", sugiere Cristián Jaramillo, director del Campus de Educación a Distancia de Instituto Profesional lplacex.

¿Algún consejo para sus colegas? "En vez de tener un curso de 40 alumnos por tres horas, mejor tener tres grupos por hora: así va a ser más fácil mantener la interacción y evitar que se queden dormidos".

Que los alumnos hablen

"Las clases deben ser focalizadas y bien participativas, donde cada alumno y alumna se sienta cómodo de tomar la palabra. También es bueno partir con una dinámica de activación de contenidos haciendo preguntas; darse el tiempo de escucharlos y hacerlos participar con cercanía y cariño. Todos son parte del grupo y merecen atención", aconseja Soledad Garcés, directora de la Fundación para la Convivencia Digital.

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