El hallazgo ocurrió en marzo, a los pocos días de llegar, en el momento menos pensado: cuando los dos hijos del matrimonio, de 10 y 12 años, se preparaban para armar una especie de fuerte o carpa en el patio con ramas, hojas y sábanas viejas. Los niños preguntaron a su padre dónde buscar sábanas y él les recomendó sacar las de su difunta abuela que estuvieran en el armario.
Los niños sacaron una y desde su interior cayeron dos objetos pesados. Los dejaron en una mesa, no les dieron mayor importancia y se lo contaron a sus padres durante la cena, dice "Le Parisien".
"Cuando jugamos a hacer carpas, encontramos dos objetos pesados y amarillos en el armario", les dijo uno de los niños antes de ir a buscar las reliquias. El papá los vio y respondió: "Esos son los portacubiertos de tu bisabuela. En Navidad y Pascua le gustaba armar bonitas mesas". La esposa fue más intuitiva. "¿Estás seguro de que son portacubiertos?", inquirió.
Análisis con lupa
Para salir de dudas decidieron llevarlos donde el subastador de Vendôme, Philippe Rouillac, quien examinó las piezas escrupulosamente con una lupa. Descubrió que en realidad eran dos lingotes de oro macizo, que fueron comprados por la abuela en 1967. Incluso tenían su respectivo comprobante de compra, agrega la BBC.Rouillac corroboró la información a Afp, expresando que "se trata de dos lingotes de oro fino, macizos, de un kilo cada uno. Los números del lateral corresponden al año de fabricación, el registro, la garantía, los refinadores, los fundidores y la percepción de las tasas por parte del estado".
Los lingotes serán subastados el 16 de junio en Vendôme, y su valor combinado podría superar los 100.000 euros, equivalentes a $90 millones.
"Esperaremos a que el oro suba un poco más, pero el precio del oro es extremadamente fluctuante. Al comienzo del año, el precio era de 43.000 euros en lingotes y actualmente es de 52.000 euros. Para junio, puede alcanzar los 54.000 euros", explicó el subastador al canal francés BFM TV.
Rouillac reveló que los niños le dijeron a su padre: "iPodremos tener una piscina!". El padre, que no quiere ser nombrado, concluyó: "El confinamiento a veces es bueno".