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Francesca Conserva cuida a su mamá en cuarentena
Francesca Conserva (40 años) vive con su mamá, María Liliana Pérez (73), desde que se separó hace 17 años, con su hijo José Tomás (18) y sus tres perros: Tito, Onur y Lola. Los seis pasan juntos la cuarentena en Chicureo. "Ellos están felices de tenerme en la casa, porque les preparo cosas ricas. Mi mamá no sale en general, ya que tiene artrosis y movilidad reducida, sufre de dolores en las caderas y rodillas y pasa harto en cama. Mi hijo es muy millenial, se pasa jugando en el computador. Entonces no es que les afecte el encierro", cuenta la hermana menor de Claudia Conserva y productora de su programa "Milf" (Canal TV+).

Francesca cuenta que con Liliana -ella le dice Mamá Pasca en honor al personaje de la teleserie "Romané" (TVN, 2000)- siempre han tenido una relación muy cercana. "Te amo bruja hermosa y eres casi, casi, pero casi la compañía perfecta para estar en cuarentena", le dedicó en su Instagram para el Día de la Madre. "Somos adictas la una a la otra, a ella le encanta esto de tenerme en la casa con teletrabajo. Ahora le dio por fumarse un pucho para acompañarme. Por suerte no lo aspira. En la noche nos sentamos juntas a conversar y ella se toma un whisky", sigue la productora.

-¿Le ha tocado más trabajo estando todo el día en la casa?
-Sí. La Nenita, que es la señora que cuida a mi mamá y hace el aseo en la casa, no viene hace dos meses por la cuarentena. Mi mamá me regaló la aspiradora robot para que el aseo no me salga tan pesado. También me compró un lavajilla y meto todo ahí. Lo que pasa es que yo soy maniática del orden y la limpieza. Me puedo ver muy relajada y despelotada, pero soy súper fijada en los detalles. En estos días estoy haciendo vista gorda. Por ejemplo, a mi mamá le gusta prepararse jugo en sobre, por lo general se le cae un pedacito de papel al suelo y, como no se puede agachar, queda botado ahí. O se sirve jalea y se le cae al suelo. Esas cosas me molestan, pero al mismo tiempo pienso que hay que bajarles el perfil a estas situaciones tan cotidianas y concentrarse en lo importante. Soy afortunada de tenerla viva y conmigo.

-¿Siente que se han invertido un poco los roles entre ustedes?
-Absolutamente. La Nena la ayuda a bañarse, le lava y le tiñe el pelo. Por la cuarentena tuve que asumir esas funciones y a ella, que es súper pudorosa, le incomoda la situación, pero yo le echo hartas tallas y se termina relajando. Siento que ahora yo soy su mamá. Es súper regalona mía y demandante. Cuando la llaman la Claudia y Renzo (su hermano) siempre les dice que está regio. Conmigo es más quejumbrosa y me pide ayuda, porque le gusta que esté pendiente de ella. Tiene sobrepeso e hipertensión y a veces no se cuida nada. La Claudia le mandó una torta para el Día de la Madre y tuve que retarla porque se servía unos pedazos gigantes. A veces se lamenta y me dice "yo no te puedo ayudar en nada", y yo le digo alguna broma y nos matamos de la risa. Nuestra relación funciona mucho en base a la risa.

-¿Cómo se maneja con el tema de las compras?
-Salgo lo estrictamente necesario. Me aterra la posibilidad que mi mamá se enferme, porque con sus achaques es una persona de riesgo. No dejo que ni siquiera mis hermanos la vengan a visitar. Renzo ha venido dos veces y le digo que la salude desde la ventana y punto. Cuando salgo tengo todo un ritual: echo la ropa a la lavadora, desinfecto mis zapatillas y me ducho.

Elizabeth Horta, sicóloga del Hospital del Trabajador explica que "a medida que los adultos van envejeciendo, se va produciendo un aumento de inseguridad de parte de ellos, especialmente si hay algún tipo de deterioro físico. Por eso, muchas veces los adultos mayores pasan a asumir el rol de hijos de sus hijos".

La profesional da un consejo: "En situaciones de mucha tensión, como la que estamos viviendo, ese rol se acentúa aún más. Lo ideal es siempre asignarles un papel, una tarea que hacer en la casa para que se sientan útiles".

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