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El arquitecto Jorge Luis Castillo, papá de Paloma Mami, vive hace más de treinta años en Nueva York y ha visto en vivo y en directo, desde su casa en el Midtown East (Manhattan), cómo la cruda pandemia ha azotado a esa cosmopolita ciudad.

"A finales de febrero algunas oficinas grandes estaban dando instrucciones para distanciarnos entre las personas. Ya el 12 de marzo cerraron escuelas, cines, restaurantes, bares y el comercio. Solo siguen abiertos supermercados y farmacias. El resto todo está parado, desolado, porque la gente se ha dado cuenta que esta situación no es una broma. En la calle todos andan con mascarillas".

-¿Pueden salir a la calle? ¿Necesitan algún permiso?
-Sí, acá se puede salir a la calle y a pasear al perro sin permiso. Sería un escándalo para algunos si tuviésemos que funcionar con ellos. Muy pocos restaurantes tienen delivery o para llevar porque la mayoría ha preferido no arriesgarse con sus trabajadores.

Mejor de lejos

Por estos días en el Central Park se encuentra instalado un hospital de campaña. "No me he aproximado a las carpas porque es bien deprimente", afirma Jorge Luis.

Además, según la BBC, en la ciudad hay "decenas de morgues móviles o tráilers con refrigeración... para evitar que los cadáveres se acumulen" y se habilitó una fosa común para fallecidos en la Isla Hart.

"He visto la fosa en los diarios y es impactante. Como estoy cerca de los hospitales NYU, Weill Cornell y Bellevue, veo además cuando llegan los camiones de refrigeración y los estacionan uno al lado del otro. Verlos pasar es bien chocante. Esta es una situación que nunca había visto".

-Nueva York se caracteriza por su constante tráfico de autos en todas las calles.
-Ahora no hay tráfico en las calles. Si eres peatón, ya no debes esperar el semáforo. Se ha dicho mucho que esta ciudad nunca dormía y es verdad. Pero ahora no hay ruido en todo el día porque casi no hay autos. Hasta puedes escuchar a los pájaros. Por mi calle ahora pasa un auto cada 1 5 minutos, cuando antes no se detenían.

-Algunos comparan el colapso de la ciudad con lo sucedido tras el atentado a las Torres Gemelas...
-Lo de ahora ha pasado paulatinamente, en cambio lo del 11 de septiembre, si bien fueron años de reconstrucción, ocurrió durante unas horas en una mañana. La ciudad se detuvo durante tres días y después de eso fue volviendo a la normalidad. Pero esto es totalmente distinto; mucho peor.

Aplaudiendo

El arquitecto destaca tres cosas en el nuevo comportamiento en la ciudad: "Hace más dos semanas comenzamos a aplaudir y meter ruido como agradecimiento a los profesionales de la salud. Lo hacemos desde los balcones a las 7 de la tarde por cinco minutos. Como los niños están sin escuelas, han hecho carteles y los pegan en los árboles, agradeciéndoles a todas las personas que están trabajando en los servicios de salud, les escriben "Gracias" y "Mantente fuerte, Nueva York". Algunos edificios, como el Empire State, que lo tengo cerca, también se han iluminado en las noches para darles las gracias a estos trabajadores.

-Como habitante de la ciudad, ¿qué sensación nota?
-Hay incertidumbre, como en todo el mundo. Estamos haciendo videoconferencias con los amigos por Zoom y estamos viendo lo que está sucediendo en China, en Wuhan, que ha reabierto de a poco, y hay cierto optimismo con eso. En las noticias comunican que si bien el número de muertos es alto hay menos personas internadas con el virus.

-¿Usted cómo está?
-Ha sido difícil la distancia con mis hijas. A inicios de marzo acompañé a Paloma a un concierto que tuvo aquí y Sofía está en Los Angeles (California), así que seguimos a videollamadas. Yo he tenido la suerte de mantenerme trabajando desde el computador y tomando contacto con clientes, haciendo diseños desde mi casa, pero muchos proyectos grandes ya nos han dicho que no saben si podrán continuar. Sé que vendrá un impacto financiero a la ciudad que aparecerá cuando se levante el humo de todo esto.

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