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El conmovedor trabajo de Hans Podlipnik en Uganda
Hans Podlipnik anunció su retiro del tenis hace una semana. Confesó estar cansado y no sentirse con la misma pasión de antes. Luego de su participación con Chile en la Copa Davis, en Madrid, decidió irse de viaje junto a su esposa Barbara Kvelstein, abogada y ex tenista estonia.

No eran vacaciones. La pareja aterrizó en Kampala, la capital de Uganda, en el centro del continente. "Viajamos a una actividad por siete días con la fundación Tennis For All Uganda, la que apoyamos desde hace un par de años. Hace tiempo queríamos visitarlos y estábamos buscando un patrocinador. Una amiga, Rebeka Zalesakova, se interesó y con su familia serán benefactores desde ahora", explica Hans, quien preside en Chile la Fundación Futuros para el Tenis, que ayuda al desarrollo de niños de comunas como Lo Espejo y Pedro Aguirre Cerda.

Podlipnik cuenta que con su mujer siempre han estado involucrados en temas sociales. Para él su vocación social nació en 2007, precisamente en África, cuando visitó Benín, Nigeria. La precariedad que vio lo marcó. "La pobreza de África es realmente mucho más intensa que la chilena. Esta vez visitamos lugares que sólo conocíamos por las películas", dice. Según datos de 2013, un 20% de la población de Uganda vive debajo de la línea internacional de la pobreza (1 ,25 dólares al día).

Hans, su esposa y su amiga Rebeka realizaron clases de tenis y otras materias en un colegio público, el East Kololo Primary School, con niños de entre 5 y 16 años. La comunicación no fue problema porque en Uganda tienen el inglés como idioma oficial, al igual que el suajili. "Interactuamos con alrededor de cien niños. Ellos trabajan con cerca de quinientos, pero en diferentes colegios. Nos enfocamos sólo en uno esta vez. Yo me dediqué a trabajar con alrededor de 30 niños, mi mujer con otros 30, al igual que Beky, nuestra amiga. Y el entrenador se mantuvo con el resto", cuenta.

-Se le vio en una foto como un profesor, con una pizarra de fondo.
-Sí, eran charlas. Conversamos mucho. Cuando les preguntamos por lo que más les gusta hacer, todos los niños respondieron que era ir el colegio y gritaron al mismo tiempo. Es algo que nos dejó muy choqueados porque nuestra realidad es diferente. La fundación se enfoca en educación, no sólo en clases de tenis.

-¿Qué otras materias abordaron en estos siete días?
-Un día nuestra amiga Rebeka, que es profesora de yoga, hizo una clase de calentamiento antes del entrenamiento. Luego de eso hicimos un poquito de meditación y nos contamos nuestros problemas con los niños para que todos habláramos abiertamente de las cosas que nos pasan. Los niños se abrieron mucho, algunos lloraron porque obviamente tienen problemas súper fuertes. Son historias que llegan al alma. Mi mujer, que es especialista en temas de tráfico sexual, les hizo una clase de 40 minutos sobre derechos humanos. Sorprendentemente los niños tenían muy claro cuáles son sus derechos.

-¿Pudo conocer sus casas?
-Después de los entrenamientos nos íbamos con ellos a sus poblaciones, que acá les llaman slums , y nos presentaron a sus familias. Son poblaciones de extrema pobreza, una vida muy precaria, bastante hacinados, no tienen baño ni electricidad. Hay mucha basura, suciedad y seguramente enfermedades. Algunos niños nos miraron con sorpresa al vernos llegar. No están acostumbrados a ver gente blanca. Se reían y nos siguieron.

-¿Qué tal las clases de tenis?
-Tienen una cancha en este colegio público, pero es muy rudimentaria. Ellos arman la cancha y después la desarman y dejan todo guardado y ordenado. Ahí mismo la pintan con tiza y llevan las mallas de tenis. Curiosamente tres de esos niños tienen un talento increíble. Es muy grato ver que el talento no sólo está en las elites. Hay niños que caminan una hora y media para llegar a la cancha desde sus poblaciones, tres horas en total de ida y vuelta. Es un gran esfuerzo.

-Les regaló toda su ropa de Copa Davis.
-Me hubiese gustado traer muchas más cosas, pero como estaba viajando no pude. Todo lo que tenía en la maleta se los di, excepto por un poco de ropa para usar en la semana. ¿En total? De Copa Davis fueron unas veinte poleras, también polerones y chaquetas de invierno, y unas veinte camisetas de mi auspiciador. Entre los tres les trajimos muchísima ropa, raquetas, zapatillas.

-¿Qué cree que puede aportar el tenis a la vida de estos niños?
-El tenis es increíble como herramienta de desarrollo personal porque en la cancha uno se encuentra solo y tiene que resolver problemas. Muchos niños llegan muy afectados a las clases, pero nos dimos cuenta de que, cuando empiezan a jugar tenis, son los niños más felices del mundo. Eso es un alivio.

El futuro de Hans no está en el aire luego del retiro. "Me voy a trabajar a Estados Unidos por uno o dos años en algo relacionado al tenis, probablemente nos mudamos a Seattle. Tengo un par de proyectos a corto plazo con mi fundación y otros proyectos que no están relacionados al tenis", asegura.

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