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Manuel Guzmán, el carabinero que abrió paquete con bomba que explotó en la 54ª Comisaría de Huechuraba
Su hijo de seis años. Ese fue el primer pensamiento del mayor de Carabineros Manuel Guzmán a cargo de la 54° Comisaría de Huechuraba el mediodía del pasado jueves 25 de julio. Después se preguntó cómo estaba su conductor, el cabo José Aguayo, quien gritaba de dolor y si había más carabineros o civiles heridos: estaban tirados en el piso de su oficina. Eran las 12:45 horas y habían sido víctimas de un atentado terrorista.

Sabe que el cuerpo del artefacto, un niple, pudo “atravesarlo” como lo hizo con dos muros del edificio. El sonido del mecanismo de activación de la bomba y de la pólvora al encenderse, idéntica a la de un fósforo, le advirtió del mortal peligro de una caja de encomienda de Correos de Chile que no reunía los requisitos de un paquete sospechoso, según el protocolo institucional. La abrió pensando que era un galvano, como decía en la envoltura de cartón corrugado, y como le comentó su compañero, el cabo Aguayo, sobre quien saltó antes de la explosión que lo lanzó a más de cuatro metros de su escritorio. Escritorio que espera restaurar con una lámina transparente y reinstalar en la unidad policial para que ningún comisario en el futuro olvide lo sucedido.

La intención homicida de los supuestos autores de este y otro fallido ataque al exministro Rodrigo Hinzpeter quedó plasmada en la adjudicación anarquista publicada días después en una página web: “Mayor de Carabineros de la 54ª Comisaría de Huechuraba, cuartel policial encargado de reprimir y controlar el territorio donde en el año 1998 sus antiguos colegas asesinaron a la compañera anarquista Claudia López durante los enfrentamientos callejeros de septiembre”.

Pese a que los objetivos de este grupo son claros, el comisario dice que no siente temor, que espera retomar lo antes posible sus funciones y que la formación que recibió en la Escuela de Carabineros impidió que pensara en su propia muerte el día del ataque: sí lo hicieron sus compañeros que lo rescataron desde la oficina pidiéndole que por favor no se quedara dormido cuando cerraba sus ojos, porque se le llenaban de sangre, la que también tiñó de rojo su brazo herido y su uniforme.

A 23 días de la explosión, el comisario se recupera acompañado de su familia, en su casa, donde —en conversación con “El Mercurio”— analiza los detalles del atentado, que lo mantuvo en el Hospital de Carabineros. Allí se enteró de acusaciones de un supuesto montaje, el que descarta.

—¿Pensó ese día que sería blanco de un atentado, hubo algo que lo alertara?

—Fue un día normal, a las siete de la mañana ya estaba en la comisaría revisando la documentación, firmando partes que se van a los distintos tribunales. Posteriormente, tomé la cuenta del personal administrativo, y la preparación del primer turno que sale a la población y, después, tuve una reunión con el jefe de seguridad de la Municipalidad de Huechuraba y, luego de eso, cuando yo ya estoy sentado en el computador viendo documentación electrónica, ahí llega el cabo Aguayo con una encomienda, eso fue alrededor de las 12:40.

“Era una encomienda —cuenta— y, al tomarla, vi que era de una empresa conocida de correos, que estaba dirigida a mi nombre, era un paquete más, iba direccionada a mi nombre, manifestaba qué es lo que era. Entonces lo abrí tranquilamente”.

—¿Qué decía?

—Galvanos, entonces yo digo “¿galvanos?”. Y mi conductor dice… “¿usted no trabajó en La Cisterna?”. “Quizás le enviaron algo”, me dice. Y yo contesto, “sí, pero como hace nueve años”. Me dijo “sí, pero quizás ahora se acordaron de usted y le mandaron un galvano”.

—¿Lo abre de inmediato?

—Esto venía en un papel como corrugado. Lo dejo encima de mi escritorio y lo abro. Ahí rápidamente me percato de lo que es y salgo de la línea de fuego, me tiro hacia un costado empujando a mi conductor y, en ese momento, explota.

—¿Qué ocurre?, ¿por qué salta?

—Tengo 25 años de servicio y, al abrirlo, me percaté de lo que era. Hablamos de centésimas de segundo y, si yo no salgo de la línea de fuego, me habría atravesado el artefacto.

—¿Cómo se da cuenta de qué era?

—Al abrirlo es como cuando se enciende un fósforo. La llamita, el humo blanco y el sonido pst (mecha). Por eso, rápidamente salto al costado.

Escuchaba que le decían: “Mi mayor, no se duerma”


Después del sonido, recuerda que vino la detonación: “No sé cómo me tiró cuatro o cinco metros al frente de mi escritorio. Como en las películas de guerra, cuando se ve que explota una bomba y se ve como una persona mira y luego siente un ruido fuerte en el oído, veo desorbitado, todo lleno de tierra, polvo en el aire. Yo quedé en el piso botado, y el piso cubierto de material de construcción. El cabo Aguayo gritaba, lo único que hice fue arrastrarme hacia la puerta. Y en ese minuto que voy arrastrándome hacia la puerta, otro carabinero abre la puerta y me saca rápidamente del lugar. Mi conductor gritaba de dolor, sin palabras”.

—¿Siente que pudo morir?

—En ese momento no se te viene a la mente que vas a morir. Como que rápidamente se te viene a la mente toda tu vida. Yo me acuerdo de haber pensado en mi hijo. Pensé en la comisaría, si otro carabinero estaba lesionado, qué había pasado. En ningún momento pienso chuta me voy a morir, o me explotó una bomba, no piensas en ti, sino en el resto. Me imaginaba, no sé, que había ocurrido algo más grave, y que había más lesionados.

—¿En qué condición queda en el piso?

—Recuerdo que no sentía la cara y no sentía la mano. Tenía toda la cara ensangrentada y los ojos se me llenaron de sangre. Entonces cuando los carabineros me sacaron y me trasladaban, yo cerraba los ojos y todos me decían “mi mayor, no se duerma”. Quizá al verme todo ensangrentado, el uniforme lleno de sangre, quizás pensaban que me estaba pasando algo más grave. Pero era porque la cara y los ojos, los tenía llenos de sangre.

“Llamaron a la ambulancia, tomaron un vehículo policial y me trasladaron rápidamente al SAPU, que está al costado de la comisaría. Fue la primera atención médica que recibí”.

—¿Vio las fotos, después?, ¿el agujero en su escritorio?

—Vi las fotos. Simplemente no era mi día, algo más me queda por hacer en esta vida.

Dice que se enteró viendo las noticias al día siguiente de lo que efectivamente había ocurrido, y reflexiona: “Uno mira la vida ahora obviamente y tiene más sentimientos de familia, de estar con tu hijo, de poder disfrutarlo mucho más. Fortalecido también en el tema del trabajo, el cariño, el respeto que sienten los carabineros hacia ti, hacia el mando de la unidad”.

—¿Cómo vivió los hechos a nivel familiar?

—Afecta harto a nivel familiar, recién al cuarto día mi hijo de seis años me pudo visitar en el hospital, entonces fue complicado explicarle qué le había pasado al papá. Le dijimos más menos lo que había ocurrido. Nunca se le habló que había explotado algo ni nada. Simplemente el papá estaba lesionado, por el trabajo que él hace. Él sabe que soy carabinero y él igual quiere ser carabinero, pero que el papá estaba bien, se estaba recuperando. Y el me destapó, me revisó las piernas, me revisó el estómago. Vio que yo tenía un parche en el ojo. Me vio la mano, entonces yo le dije “hijo si no tengo nada”.

—Habla de una afectación hacia usted, los carabineros, su familia. Después del atentado se llegó a especular con un montaje en redes sociales...

—Bueno, cualquier persona puede decir o pensar lo que estima conveniente. Yo solo sé que salí lesionado, con los carabineros nos estamos recuperando y estamos próximos a volver. Ningún carabinero va a prestarse para autolesionarse o lesionar a otra persona. Estamos para salvaguardar vidas, cuidar a los ciudadanos. En nuestro juramento, una vez lo dijimos, estamos para dar nuestra vida a otros.

El escritorio se queda, como recordatorio


—¿Se reparó la oficina?, ¿qué va a pasar con su escritorio?

—Al otro día la oficina ya estaba reparada. La comisaría en sí nunca se cerró, se siguió trabajando, y el escritorio está guardado, está próximo a ser reparado para cuando yo vuelva.

“El general director (Mario) Rozas —puntualiza— rápidamente dispuso la concurrencia de un equipo multidisciplinario del Hospital de Carabineros: psicólogos, médicos y psiquiatras”.

—¿Qué va a pasar con el agujero?

—Pretendo llenarlo o cubrirlo con algo de otro color y encima, colocar una lámina de vidrio para que quede en el recuerdo. Todo lo que ocurre, ocurre por algo y nunca es bueno olvidar lo que ha pasado, siempre uno tiene que aprender de todo. ¿Qué aprendimos con esto? Que no era mi día, eso siempre lo voy a recordar, y el porqué, porque algo me queda por hacer.

Finaliza, diciendo: “El escritorio va a quedar allí para que todos los comisarios cuando lleguen, tomen conciencia de lo que pasó, y se siga aprendiendo día a día” .

Adjudicación


La colocación del artefacto explosivo que detonó en la comisaría se la adjudicaron anarquistas en una página web.

Mayor dice que no siente temor: espera retomar funciones y que compañeros den con autores de los ataques

En las pesquisas de la Fiscalía Metropolitana Sur y el trabajo de las unidades especializadas Labocar y OS9 de Carabineros deposita su confianza el comisario, que espera detenciones de los autores de los atentados.

Quiere retomar pronto sus funciones. Dice que no siente temor, a pesar de saber que el mismo día de su ataque había otro artefacto explosivo dirigido a Rodrigo Hinzpeter, que fue recuperado sin que se activara: “Es preocupante que le pueda ocurrir a él o a cualquier otra persona. Y lo bueno fue que el accionar de Carabineros fue totalmente positivo al evitar un mal mayor”.

—El exministro Rodrigo Hinzpeter decía que a él le preocupaba que otra persona hubiera querido matarlo.

—La verdad es que yo no tengo ese miedo o el temor de que alguien quiso atentar contra mi vida. Y es algo que ya pasó, hay que dar vuelta la hoja y seguir trabajando.

Sobre el carácter terrorista detrás de los ataques dice que no tiene certeza, y que eso “tendrá que decirlo mañana el término de la investigación, cuando haya detenidos o no. Fue un hecho que ocurrió, que estamos bien, los más lesionados fueron los carabineros. No hubo ninguna persona civil lesionada, que es lo más importante. Y estamos recuperándonos ahora para volver a trabajar”.

Guzmán afirma además que está “súper tranquilo, porque, la verdad, el por qué pasó o el por qué lo hicieron, ya va a salir a la luz. Sé que estamos trabajando súper bien en Huechuraba, los vecinos que han venido a verme, que me han llamado por teléfono están conscientes de que se ha hecho un muy buen trabajo en estos cuatro años que llevo en la unidad”.

Protocolo: paquete no era sospechoso


Tras el atentado, desconoce si se intensificaron los cuidados en la unidad, pero advierte que “siempre ha existido el protocolo de lo que es el paquete sospechoso, que no fue en este caso”.

Detalla que ante un elemento de este tipo se debe “aislar el sitio del suceso, no manipular y la unidad especializada, que es el GOPE, se encarga de ese procedimiento”.

Agrega que “en este caso no ocurrió eso, porque no era un paquete sospechoso. Venía de Correos de Chile, de una empresa, que venía a mi nombre y entregado por una persona que diariamente entrega correspondencia, entonces no era un paquete sospechoso”.

—¿Se pudo evitar? Porque pudo no abrir la caja.

—La verdad es que no. Yo constantemente recibo distintas cosas, ya sea de tribunales, de la ciudadanía, de juntas de vecinos, entonces era un día a día normal. No puedo decir… “si yo no hubiese hecho esto”; está dentro de mis funciones como comisario.
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