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Croquis: así se derrumbó la casa en  el cerro Bellavista de Valparaíso
El desplome de la vieja casona que se alzaba en la esquina de Huito con Aldunate, en la falda poniente del cerro Bellavista de Valparaíso, con un saldo de seis muertos, no sólo encendió las alarmas sobre la inseguridad de ciertas propiedades construidas el borde de una pendiente, sino también sobre la calidad de sus muros de contención, que son los encargados de mantener a las viviendas en su sitio e impedir que se vengan cerro abajo.

Según explicó Alvaro Peña director de la Escuela de Construcción Civil de la Pontificia Universidad Católica de Valparaiso (PUCV), no se puede entender este derrumbe sin saber que los cerros del puerto están compuestos básicamente de dos materiales muy distintos entre sí. "La mayoría de las colinas del puerto tunen un interior muy estable de granito sólido, que es una de las rocas más duras del planeta. Sobre ella, hay una segunda capa creada por los porteños. Se trata de miles de toneladas de arena y tierra suelta, que por cientos de años los porteños han acarreado cerro arriba para hacer jardines y nivelar los terrenos. Es justamente ese material inestable acumulado en la cima, el que por peso comienza a empujar hacia abajo a las construcciones que lo rodean", detalló el catedrático.

La diferencia de materiales y densidades, sumada a la gran cantidad de agua que cada invierno se filtra desde lo alto del cerro hasta la parte interna del muro de contención derrumbado, confrman a teoría de la licuefacción de Iván Vargas, doctor en geología de la Universidad de Trieste Italia y académico de la Universidad Naeonal Andrés Bello (UNAB). La licuefacción de suelo se produce cuando producto de una fuerza externa -como un terremoto-, un terreno con alto contenido de agua comienza a comportarse como si fuera líquido con lo que pierde estabilidad y las construcciones sobre él terminan hundiéndose. Entonces, si un litro de agua pesa un kilogramo, bastó que se filtraran 500 litros para recargar el muro derrumbado con media tonelada extra.

Otro factor a considerar son los temblores y su posible participación. "Aunque no existe un umbral para saber si un terreno presenta peligro de derrumbe, ya que podría ocurrir con cualquier temblor, sí se sabe que el nivel de saturación de agua es importante", dice. Para demostrarlo, la UNAB ha registrado una serie de temblores ocurridos entre el 18 de julio y el 12 de agosto en Valparaíso. "Ahora hay que esperar los análisis de suelo y barajar la información con los datos que se obtengan del terreno", agrega.

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