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Los habitantes del Gran Valparaíso se cansaron de los vándalos que cada cierto tiempo se meten a las líneas férreas para rayar los carros del Metro de Valparaíso, y así se lo expresó un grupo de pasajeros a ocho graffiteros que activaron el freno de emergencia y pararon el convoy a la altura de la Estación Francia, para descargar sus latas de spray en los vagones.
La reacción fue inmediata. Más de diez pasajeros se bajaron indignados y comenzaron a perseguir y apedrear a los jóvenes encapuchados, que salieron corriendo por la vía. Al final, luego de escapar e intentar esconderse, efectivos de la Segunda Comisaría de Carabineros de Valparaíso, lograron detener a uno de ellos: Francisco Rodríguez, de 24 años, quien fue formalizado por el delito de "daño calificado" contra la infraestructura de transporte. El tribunal le otorgó la libertad condicional, con la prohibición de acercarse a cualquier estación de la red de Metro de Valparaíso durante los 90 días que dure la investigación.

Aunque no es primera vez que los porteños salen en defensa de su patrimonio, no existia un registro en que las personas asumieran una actitud tan combativa. Según Pablo Alard, decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad del Desarrollo (UDD), este cambio es significativo. "La verdad, es que a la ciudadanía nunca le ha gustado el graffiti, porque en el fondo saben que no tiene nada que ver con el arte urbano", por lo que llama a aprovechar este momento. "Este ataque de furia sólo representa un problema que, bien administrado, podría convertirse en una oportunidad para que los verdaderos artistas callejeros y las municipalidades, trabajen en la creación de murales de alta calidad. Eso la gente siempre lo va a apoyar", dice. Algo parecido opinó el profesor de arquitectura de la Universidad Católica, Dino Bossi, quien explicó que esta reacción se debe a que el patrimonio es mucho más que un conjunto de obras y edificios históricos. "El patrimonio de una comunidad está representado por todos aquellos espacios y lugares que representan valores comunes, en el caso del Metro, la gente defiende un espacio público limpio y ordenado, donde todos son iguales y se relacionan libremente. Eso ya es parte de la cultura porteña y por eso lo defienden".

Al salir del tribunal Rodríguez justificó los rayados alegando que "cada uno se puede expresar como quiera". Luis Núñez, autor del mural que durante dos años y medio engalanó el Barrio Lastarria, y que fue recientemente borrado por el Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) le respondió. "Se equivocan los que piensan que todo es cancha. Hay lugares que deben ser respetados sí o sí, sobre todo si queremos que el arte callejero alcance el lugar que se merece. No sé de dónde sacaron que el derecho a expresarse autoriza a destruir algo que es de todos. Eso es un error. Rayar el metro es vandalismo y nada más.

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